Las mujeres en los medios de comunicación recorrimos un camino de participación ascendente. Hace veinte años, en las reuniones previas a la fundación de este gremio , éramos unas pocas que ya advertíamos el fuerte vinculo entre la escritura, la militancia y la resistencia al poder autoritario y asesino de la dictadura militar.

Era 1982, las Madres, las Malvinas y la primavera democrática. Somos Hijas de esas vueltas a la Plaza, de aquella pregunta: "¿Dónde están?", y de la afirmación justa y utópica: "Con vida los queremos." De esa madera estamos hechas. Queremos sí o sí un mundo mejor, o sea sin violencia.

Somos otra voz, otra escritura. Somos la otra cara de la luna y también la luna. Las mujeres de prensa damos prioridad a las madres de los chicos asesinados por la policía, a las denuncias por violación, a los casos cotidianos de violencia doméstica -extensión de la violencia social-. Decir lo que está mal, aún en casa, es cosa de mujeres, de "conventilleras" y "chismosas", vocablos que le hacen mala prensa a nuestro estilo de diálogo.

Tenemos la costumbre de romper los códigos mafiosos del silencio, que son los mismos que utiliza el clientelismo partidario o patriarcal, que nos venden como necesario para sobrevivir cuando se es un grupo vulnerable en esta sociedad. Nosotras somos un grupo vulnerable, por género, por pobreza, por falta de trabajo, por salarios menores, por miedo.

Como periodistas nos proponemos romper el cerco del silencio. Las palabras construyen nuestro imaginario individual y social y queremos imaginar un mundo donde todos y todas tengamos los mismos derechos y poder para alimentarnos, vivir bajo un techo digno y tener educación y salud.

No podemos dejar de decirlo, rechazamos la censura de opiniones y debates que esconden las imágenes de lo terrible. No es posible el olvido. Contra el olvido, recordamos la existencia en la época de federales y unitarios del periódico del "bello sexo", La Aljaba, y más tarde a escritoras y periodistas como Manuela Gorriti, Juana Manso, Alfonsina Storni, Carolina Mussilli. Anarquistas, socialistas, comunistas, peronistas, radicales. Todas tuvieron que pelear para sostener su palabra desde una publicación propia o un espacio editorial.

Hoy existe el suplemento Las 12 (de Página 12) que brinda un espacio en el que se expresan otras miradas, escrito por mujeres y pensado desde una perspectiva de género.

Esta dichosa perspectiva es lo que hace la diferencia. Nosotras escribimos sobre todos los temas sin olvidar quienes somos ni de dónde venimos. Sin olvidar que nos mandaban a lavar los platos, pero tampoco que la resistencia a los monstruos más feroces y asesinos la emprendieron las Madres de Plaza de Mayo.

Somos fundamentalmente rebeldes, tildadas por el poder de desobedientes, brujas y locas. Otras mujeres inolvidables son las compañeras periodistas desaparecidas, algunas delegadas gremiales, otras combativas militantes. También hubo exiliadas, presas y las que se quedaron aquí, las que se atrevieron a ser militantes nuevamente.

Están las que acompañaron a las Madres desde la Asociación de Periodistas de Buenos Aires (APBA), las que se animaron a ser delegadas, dirigentes sindicales, jefas de sección, movileras, conductoras, productoras, fotógrafas, redactoras. Yendo de acá para allá, solidarias en los conflictos de Tiempo Argentino, de La Razón, de Clarín, de Perfil.

Ayudando como hormiguitas para hacer radios abiertas contra las privatizaciones del viejo Canal 11, de la Radio de la Ciudad de Buenos Aires, de Canal 7, de Télam o garantizando elecciones participativas en todo el gremio. Como hormiguitas, trabajando para que crezca el hormiguero, sumando la defensa de las radios comunitarias, en las escuelas, en los barrios, creando lugares de encuentro y resistencia al individualismo salvaje.

Para Elisa Marroco, periodista de Canal 7, el tema no pasa por el género: "Hay mujeres capaces, que llegan más arriba y otras mediocres que no me interesa saber cómo llegaron. Hay algunas que reproducen esquemas de clase o discriminatorios cuando ejercen el poder y otras que no. El problema es ideológico, no importa el sexo.

Hay periodistas honestas, sinceras, que van por la verdad y la pelean, y otras que con tal de gozar de un lugar de privilegio caminan por encima de la cabeza del resto".

Para Virginia Arce, periodista de Radio Nacional y Radio América hay una especificidad en la mirada y afirma: "En estos años, las posiciones de los trabajadores de prensa le interesan cada vez menos a los dueños de los medios.

En ese sentido, mi experiencia es que trabajamos de igual a igual, varones y mujeres. Las diferencias surgen cuando se plantean cuestiones de poder. Para desempeñar un cargo de dirección o medir capacidades, están mejor posicionados ellos. Si sos mujer, se toman en cuenta aspectos por fuera de las capacidades laborales, si estás casada, separada o tenés hijos. Creo que hay una relación más natural entre nosotras y la temática social, que enfoca más lo que le pasa a la gente.

Hay grandes cronistas de lo social, como Sandra Russo, Susana Viau y la cronista de La Nación en la guerra de Irak, Elizabetha Piqué, a quien no conozco personalmente, pero sus crónicas eran conmovedoras. Las mujeres tenemos esa sensibilidad especial para ocuparnos de los otros, escribimos sobre estos hechos como un pez en el agua".

Los hechos construyen el sentido de nuestro discurso y así se construye la historia. Somos mujeres, el "sexo débil", las locas, empuñamos letras y gafas, pero estamos convencidas de que hay que enfrentar a los que más armas tienen, a los que matan todos los días, a los que pueden evitar que millones de personas mueran de hambre y no lo hacen.

 Nota publicada en la revista del Observatorio de medios UTPBA de diciembre de 2004.

 Periodista, militante de la UTPBA desde 1982.