La lucha político-electoral entre las fuerzas de la derecha y las fuerzas de la tendencia democrática, patriótica, progresista y de izquierda se intensifica con el pasar de los días. La oligarquía se unifica en torno a un solo propósito: golpear al gobierno y afectar la imagen del presidente de la República, Rafael Correa. Y con ello, golpear en general a la tendencia, para evitar que logre un nuevo triunfo y crezca.
Encontraron una veta en las supuestas vinculaciones del ex funcionario de gobierno, Ignacio Chauvin, con el narcotráfico. Decimos supuestas porque el proceso investigativo aún está en marcha (y el acusado es inocente hasta que se le demuestre lo contrario), sin embargo, la maquinaria mediática les ha permitido dejar sentada como cierta la culpabilidad de este ciudadano.
La bola ha ido creciendo poco a poco. Han logrado montar toda una telenovela que sugiere, y en algunos casos afirma directamente, una supuesta vinculación del gobierno, y del mismo Presidente de la República con la guerrilla y el narcotráfico.
Revivieron los hechos sucedidos en Angostura para “denunciar” que el gobierno ha incumpliendo la oferta hecha en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA) de formar una comisión que investigue el caso, conformada por representantes de la oposición política. Sugieren que Correa tiene algo que ocultar y que por ello incluso ha desbaratado los órganos de inteligencia policial, dejando desguarnecido al país frente al azote del narcotráfico y la guerrilla, y poniendo en riesgo la vida de los insignes oficiales que dirigían las operaciones policiales para combatir estas actividades.
Cada nuevo dato es aprovechado para generar sospecha, dudas. En el fondo está el objetivo de restarle fuerza a Correa y lograr, en el mejor de los casos, llevarlo a una segunda vuelta. Y también abrir un escenario propicio para los candidatos de los movimientos y partidos políticos de derecha, y lograr un importante bloque de asambleístas que obstruya y combata al gobierno desde ese poder del Estado.
Ellos conocen que ganar la presidencia de la república es una empresa casi imposible, pero le apuestan a recuperar espacios y a posicionar a ciertos dirigentes, bajo una imagen de independencia y renovación.
Esta estrategia no solo golpea a Correa de manera individual, insistimos, golpea a la tendencia de cambio en general. Busca deslegitimar a la izquierda revolucionaria, mostrarla como corrupta y peligrosa, por ello la respuesta no tiene que ser otra que el desenmascaramiento de estos intentos, la unidad política en torno a combatir la conspiración en marcha.
Y el papel que les corresponde a los pueblos en el proceso electoral que se acerca es no solo confirmar la consolidación de la tendencia, sino ponerla en un nuevo momento, radicalizarla, y con ello abrir paso a la profundización de los cambios. No hay que esforzarse mucho para identificar a las organizaciones populares, a los partidos políticos que han dejado hasta la vida de sus más importantes de dirigentes en la lucha por conquistar lo que hasta ahora hemos logrado, solo queda usar el voto para golpear a la derecha, como lo hemos hecho en los últimos procesos electorales, pero además, y eso es lo nuevo, para garantizar el desarrollo del proyecto.
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