(Por Sebastián Rafanelli).- El desafío de unir la cultura y deporte no es una tarea sencilla. Solo algunos pocos privilegiados pueden darse el lujo de ser protagonistas o de poder cristalizar un lazo, que para algunos pareciera tener muy pocas aristas en común. Y si encima, el evento tiene como finalidad mantener viva la memoria y rendir homenaje a aquellos que formaron parte de la historia de un país, una ciudad o un pueblo, doblemente valorable es el gesto.
Por estos días, la ciudad puede disfrutar de un personaje que se ha transformado en un caso emblemático, en este sentido. El maratonista local Wilfrido Orlando Franco ha decidido auto-exigirse a esta altura del año (en cada aniversario del Partido), para llevar adelante una prueba atlética, que a esta altura se ha convertido en un manifiesto en defensa de los derechos de los pueblos originarios.
Su gesta más emocionante y sacrificada, la llevó adelante el año pasado, cuando unió seis provincias, en homenaje a los Kilme que fueron obligados a recorrer a pie esos mismos caminos en represalia por su resistencia al invasor español. La travesía le permitió unir corriendo los 1.400 kilómetros que separan a Tucumán de Quilmes. Este emprendimiento, fue declarado de interés Provincial y Municipal.
“Amo correr, me siento libre al hacerlo, corriendo me sané del asma”, contaba Wilfrido en medio de su travesía y agregaba “Estoy orgulloso de mi país y me duele lo que sufrieron y lo que siguen sufriendo nuestros hermanos, los pueblos originarios, por eso quiero hacer algo por ellos. Me siento orgulloso del nombre que lleva mi distrito porque ellos me enseñaron a luchar y nunca bajar los brazos”.
En total fueron 21 días, los que tardó este quilmeño de más de cuarenta años para concretar su aventura. La lluviosa y fría tarde del sábado 16 de agosto apareció en el Pejerrey Club, escenario elegido para su arribo, escoltado por su familia y emocionado hasta las lágrimas, luego de haber completado exitosamente con esa ultra-maratón.
Con dificultad, debido a los terribles dolores que le provocaban las ampollas en sus pies vendados, subió al escenario y recibió una calurosa bienvenida por parte de todo el público. “Cada ampolla que me salía me hacía acordar de los aborígenes que tuvieron que recorrer ese mismo camino pero descalzos y continuamente golpeados, eso me daba la fuerza para continuar”, destacaba en medio de los festejos.
El mal clima hizo que su arribo a la ciudad se retrasara unos días, al punto que en la última jornada, debió exigirse todavía un poco más, superando el promedio de kilómetros corridos por día para poder llegar a Buenos Aires como había anunciado. “No sé ni cuanto corrí este día”, reconoce sonriente Wilfrido, y explica el secreto por el cual pudo superar toda adversidad que se le presentó durante ésta exigente prueba: “Lo hice para remarcar el genocidio que hoy día sigue pasando y acordarnos de nuestras raíces”.
Este año, Franco volvió a apostar a su esfuerzo y cumplió con un trayecto de 100 kilómetros, que cumplió a puro trote, tomando como largada la intersección de Rivadavia y Sarmiento, recorriendo las principales arterias de la ciudad y culminando en la plaza de la estación.
Franco, además es chofer de la Línea 148 y alcanzó notoriedad hace un tiempo atrás, por otro gesto de enorme solidaridad, al ayudar a una mujer que se desangraba, tras ser herida en un tiroteo. En aquella ocasión bajó al pasaje, explicó los motivos de la urgencia y llevó a la víctima al hospital más cercano.
La historia de Franco, es un símbolo que representa la lucha por la vida y por el recuerdo permanente. Ya lo dice en una de sus estrofas, el tema de León Gieco: “La memoria apunta hasta matar, a los pueblos que la callan, y no la dejan volar, libre como el viento”…A Wilfrido, déjenlo seguir volando.
– Nota publicada en el periódico “Deportes en Quilmes” (http://www.deportesenquilmes.com.ar/spip.php?article1503)
– Periodista.
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