Estos conceptos pueden ser un buen punto de partida para explorar qué nos pasa al interior de la escuela, del aula, de cada núcleo de aprendizaje, en los vínculos, en la insatisfacción, en las dificultades, en el sentido de la permanencia de unos y otros en esta estructura y su resignificación en la oportunidad histórica en que nos desarrollamos.

Nos encontramos con un país profundamente desigual e injusto en la distribución de sus riquezas, tanto materiales como culturales, y a la vez atravesado por concepciones ideológicas neoliberales que se instalaron en el hacer cotidiano y por una invasión de información y tecnología difícil de procesar.

Décadas de Estado ausente en su rol regulador de partes, desresponsabilizado de la protección de los ciudadanos, generador de un consumismo imposible de sostener por los sectores populares, amparando en las voraces leyes del mercado que generaron índices de desocupación y pobreza inusitados a la vez que marginación, terror e individualismo en los sectores medios, recelos y enfrentamientos entre actores sociales, y una fuerte desvalorización estatal de la educación, que poco a poco invadió las aulas de desamparo e impotencia.

Estos elementos sumados a un Estado que estuvo también ausente para los sectores populares, refiriéndonos a todos aquellos que no han usufructuado de la destrucción del país, han generado una situación de victimización de los jóvenes que no pueden proyectar hacia el futuro y de los docentes que no sabemos cómo pararnos ante la realidad de los jóvenes y niños de hoy.

Ahora…, los adultos somos los agentes del Estado que tenemos la responsabilidad de generar las condiciones de intercambio en esta realidad, que por momentos nos resulta ajena, para que el acto de transmisión y recreación cultural se de.

El consumismo y la tecnología son fuertes atractivos para los jóvenes de cualquier sector social, entre otras razones y aún considerando sus bondades, porque no requieren el esfuerzo del intercambio con el otro, con las frustraciones que esto generan, desapareciendo la sensación de insatisfacción. Por eso el mercado no genera ni necesita ciudadanos, sino consumidores.

La ideología del mercado como regulador de la relación entre los hombres, requiere de la escuela un gran esfuerzo contra la inmediatez, contra la velocidad, por el trabajo de estudiar, etc. y a la vez por incorporar las tecnologías que la escuela que conocimos no requería.

Estas cuestiones son comunes a todos los ámbitos educativos, de gestión estatal, de gestión privada y a distintos sectores sociales. Tienen una manifestación particular en las escuelas instaladas en los territorios de mayor pobreza económica, que conviven además con otros propios de la carencia y del acceso a la satisfacción de las necesidades básicas de la vida, con aportes culturales que no son aceptadas por las concepciones hegemónicas, con intereses, preocupaciones y conductas que se viven como ajenas.

A éstas realidades se los define como excluidos o a incluir. Nos inclinamos por decir que nos ocurre una situación de desencuentro y desconocimiento mutuo, ya que reconociéndonos como parte de un todo que nos incluye, esta Argentina que nos cobija, podremos pensar en re integrarnos, re crearnos mutuamente y encontrar los caminos para un acceso en común a los saberes diseñados y construidos a lo largo de generaciones, como legado para todos.

La escuela de gestión estatal objetivamente es la que recibe y alberga a las comunidades educativas con mayores carencias económicas y de acceso incierto a un futuro deseable. Es por ello que en ella recae el mayor esfuerzo, la mayor cantidad de concentración de inteligencia, de reformulación de ideas, de conceptos y pre-conceptos para que la igualdad de oportunidades y de acceso pueda darse.

La gestión del Director General. de Escuelas Licenciado Mario Oporto tiene por delante la obligación de poner estos temas en debate; de permitir y respaldar la experimentación de metodologías y propuestas didácticas que creen las condiciones para el ingreso, permanencia y egreso de nuestros niños y jóvenes de las escuelas, respetando sus derechos y promoviendo la formación de ciudadanos autónomos, democráticos, participativos y críticos para aportar la construcción de una sociedad, nuestra sociedad a la altura de los ideales que nos nuclea.

Es de esperar que este desafío se materialice y que los distintos actores del sistema, superen enfoques corporativos tanto desde los docentes, de los Consejos Escolares o el funcionariado, para abrirnos a este debate que nos permita protagonizar y aportar a transformar la educación pública y sobre todo recuperar ideas, actitudes, conductas y compromiso con la centralidad de los chicos en la educación.

Fuente
Motor de Ideas (Argentina)