La expedición del decreto N° 1780 hecha por el Presidente de la República, el cual renueva por diez años más la presencia de las misiones católicas Salesiana, Capuchina, Franciscana (entre otras), pone en la mesa del debate varios elementos de carácter ideológico y cultural sobre cuyos alcances y fines es necesario reflexionar.

Allí se menciona que uno de sus objetivos es el incorporar a la vida socio económico y cultural del Ecuador a todos los habitantes de las provincias amazónicas, Esmeraldas y Galápagos. Aquí cabe detenernos en la historia reciente de nuestro país, pues estas “misiones” católicas han estado presentes en nuestra Amazonía por más de 50 años y, coincidencialmente, se empata con la presencia de las petroleras Shell y Texaco en estos territorios.

Patricio Trujillo, en su libro “Salvajes, Civilizadores y Civilizados”, nos cuenta cómo La misión Salesiana ingresa al Oriente ecuatoriano en 1944 tras firmar un contrato con el Estado, en este convenio se comprometen a la “reducción de jíbaros”, lo que implicaba labores de educación, evangelización y civilización de la nacionalidad Shuar, para este cometido también se les adjudicó grandes cantidades de tierras bajo su administración. En el periodo 1950-1965 se abren los internados de educación y evangelización. Según testimonios recopilados por el autor, para los Shuar que ingresaban a estos internados era prohibido hablar en su lengua natal, se les tildaba de salvajes y piojosos, se incitaba a que deben portarse como los colonos y dejar de ser guerreros; se les obligaba a ponerse uniformes y a trabajar en labores de desmonte de la selva para labo res agrícolas. Esto generó en los Shuar varios conflictos, fundamentalmente en su organización económico-social, política y cultural. Muchos al salir de estos internados terminaron renegando de su pasado.

Otro caso es el Proyecto civilizador del Instituto Lingüístico de Verano, el cual se asentó en el año de 1953 en el poblado de Shell (que en un inicio fue campamento de la petrolera del mismo nombre y que poco a poco se convirtió en un poblado) en el Puyo. Su intención fue el “convertir” a la fe cristiana a los Waoranis; triste es el caso de la Indígena Dayuma, quien fue utilizada como “experimento” para mostrar los resultados de la evangelización, fue instruida en el conocimiento de la Biblia y demás costumbres cristianas, lo que significó la distorsión y pérdida de su identidad, además que sirvió como instrumento para iniciar el proceso de colonización y sometimiento cultural con los demás miembros de su nacionalidad.

Este proceso de “reducción de indios”, tuvo sus resultados a finales de 1968, logrando que cerca del 80% de Waoranis abandonen sus tierras, quedando solamente los que hasta la actualidad habitan el Parque Nacional Yasuní. En el año de 1976 la misión Capuchina ingresa a la Amazonía con el objetivo de civilizarlos, bajo los mismos parámetros. Entonces eso de que estas misiones, como dice el Decreto, han venido laborando eficazmente por el progreso de estos sectores del territorio nacional, merece ser evaluado de una forma objetiva, ya que han pasado cerca de 50 años y vemos que las condiciones de vida de estos pueblos continúan enfrentando serias dificultades.