Con esas propiedades, casi exclusivas del entorno, el inmigrante se instaló como nuevo residente y desde 1915 comenzó a desbrozar los terrenos de la finca Manaca, a la cual le sumó otras colindantes hasta conformar su próspera hacienda, que llegó a tener casi 11 mil hectáreas, entre propias y arrendadas.

Años más tarde, fundó con la pinareña Lina, mujer muy humana y laboriosa, la familia Castro Ruz, de la cual nacieron sus hijos: Ángela, Ramón, Fidel, Juana, Emma, Raúl y Agustina.

Desde entonces, Birán sería ya el lugar y el sueño anhelado de Don Ángel y de Lina: vivir, trabajar y educar a la familia en medio de un hogar con convicciones, arraigos y futuro.

Castro Argíz, oriundo de Láncara, en la provincia española de Lugo, en Galicia, había llegado a Cuba en su segunda excursión en busca de trabajo y de medios que les hicieran más próspera su vida.

De ahí es que arriba a Birán, tras recorrer zonas de Camajuaní, en el centro de la Isla; Santiago de Cuba, en el antiguo Oriente y Guaro, en el actual municipio de Mayarí, sitios en los cuales dejó huellas de hombre abnegado y batallador, virtudes similares a las de Lina, la cual luego de la muerte del esposo, en 1956, siguió con las riendas de las fincas y de todos los bienes de la familia Castro Ruz.

Quienes conocieron a Lina cuentan que trabajaba incansablemente junto a Don Ángel, lo supervisaba todo, era difícil verla descansando y estaba al tanto de los problemas de salud de vecinos y empleados de la finca

Con esas energías, que inspiraban respecto y admiración, ella vivió en Birán y falleció el seis de agosto de 1963. Sus restos descansan en sencilla tumba cerca de la pequeña escuelita, junto a los de sus padres y de Don Ángel, quien solicitó que lo enterraran en la tierra donde había permanecido más de la mitad de su vida.

El nombre de Birán, precisa el artículo publicado por Antonio López y la periodista María Julia Guerra, está ligado con Opiyelguobirán, deidad de las comunidades araucas asentadas en Cuba antes de la llegada de los conquistadores españoles.

Fidel Castro Ruz, líder de la Revolución Cubana, nació en este sitio el 13 de agosto de 1926 y Eufrasia Feliz, su maestra, aconsejó a los padres que lo enviaran a estudiar a Santiago de Cuba tras observar la rápida asimilación de los conocimientos, mientras asistía como oyente a clases a los cuatro años.

Antonio López, incesante investigador del Birán de entonces y hoy, apunta que Fidel se graduó como abogado en 1949 y desde1947, ya el padre le había construido una casa al estilo tradicional gallego, pero nunca llegó a instalarse allí porque enrumbó su vida hacia las luchas revolucionarias.

Aquella vivienda, acota el historiador, se convirtió en la familiar después que la casona grande fuera destruida por un incendió en 1954.

La reconstrucción de la casa original concluyó en 1980, de acuerdo al proyecto concebido por Celia Sánchez Manduley, quien también estuvo al tanto de otras obras ejecutadas en Birán como la presa Sabanilla, con capacidad de embalse de 30,5 millones de metros cúbicos de agua.

Varias de las edificaciones del Conjunto Histórico fueron edificadas entre los años 1914 y 1917 del pasado siglo, y se localizan a ocho kilómetros aproximadamente del poblado de Marcané, en las cercanías de Cueto, y a casi 800 al este de La Habana, en la oriental provincia de Holguín.

Los cedros, las palmas, los cocoteros y el naranjal totalmente recuperado, le confieren singular armonía a este pedazo de tierra. Quienes lo visitan sienten la sensación de ser parte del sitio y disfrutan de los encantos y hechizos que les circundan.

El lugar, reconoció su director Florencio Martín Suárez, mantiene la morfología original y es objeto de esmerada conservación, tanto de los inmuebles como de la colección de los más de mil objetos registrados.

Birán, como museo, se abrió oficialmente al público el dos de noviembre de 2002 y desde entonces, cerca de 250 mil cubanos y unos 50 mil extranjeros han visitado sus instalaciones, precisó Antonio López.

Antes las personas llegaban hasta la portería de la entrada, recuerda, para ver especialmente la casa donde nació Fidel, cómo se conservaban las instalaciones y todos los valores personales y familiares resguardados.

Hoy, destacó, las visitas son libres y quienes arriben al lugar pueden ver y caminar por todo el batey, como se le conoce también, acompañados siempre por los guías. Allí también se encuentran reconstruidos algunos bohíos y el barracón de la comunidad haitiana, la casa de la maestra y la pequeña escuelita

A pocos metros unas de las otras, se ubican además la valla de gallos, el taller de maquinaria, el correo-telégrafo, el bar La Paloma, la casa de la abuela Dominga, el hotel…

El Comandante en Jefe, rememora López, observó en su visita de 1996 que Birán se reanimaba con la siembra de árboles y especialmente de muchas especies que habían desaparecido del lugar; sintió que el batey cobraba la lozanía de su tiempo y vio cómo los cedros, cocoteros, palmas y hasta el naranjal, renacieron como fértil semilla en la finca.

A los valores patrióticos y naturales del lugar se sumó desde febrero de 2009, el de la declaratoria como Monumento Nacional, tarja expuesta a la sombra de su arboleda sobre la base de un tronco de Caguairán, especie maderables de notable resistencia, y la cual puebla la zona.

Ese es Birán, y así se conserva esta comunidad. La tierra natal de Fidel y de Raúl, que trasciende con su carga de historia, hechos y asombros para el mundo. Confabulada con quienes aman la paz, odian las guerras y desprecian las injusticias y el daño a los huamnos.