El primer ministro ruso Vladimir Putin registró recientemente varias victorias ante su «amigo de 30 años» y actual rival, el presidente Dimitri Medvedev.

 Putin logró echar a pique el acuerdo entre los presidentes de Rusia y Francia sobre la compra de los navíos de guerra franceses de la clase Mistral.
Desde el anuncio mismo de aquel contrato por parte del presidente francés Nicolas Sarkozy, la Red Voltaire señaló desde estas páginas que el primer ministro Putin sospechaba la existencia de un sistema de pago de comisiones y retrocomisiones entre ambos presidentes y que trataría de hacerlo fracasar.
En definitiva, la activación de un proceso de licitación acaba de echar a pique las promesas del presidente ruso. Dado el hecho que los Mistral francés nada tienen que ver con las necesidades de la marina de guerra rusa, el resultado del proceso de licitación parece evidente, si se desarrolla normalmente. Lo más probable parece ser que la ganadora de dicho proceso de licitación sea la empresa estatal OSK, presidida el Igor Sechin, responsable adjunto a Vladimir Putin.

 La mayor confusión venía reinando en Moscú desde la adopción de la resolución 1929 en el Consejo de Seguridad de la ONU. Los partidarios de Putin anunciaban que la resolución dicho texto no afectaba la entrega de misiles S300 a Irán mientras que los de Medvedev afirmaban lo contrario.
El presidente ruso se pronunció después a favor de la más estricta interpretación del embargo y declaró que el asunto estaba decidido. Sin embargo, el 20 de agosto –mientras la prensa del Medio Oriente anunciaba que partes de los S300 estaban siendo enviadas en secreto– el ministro ruso de Defensa, Anatoli Serdiukov, contradijo al presidente al declarar que «no se ha tomado ninguna decisión».

 Aunque con varios años de retraso con respecto al calendario inicial, Rusia puso en marcha hoy la central eléctrica nuclear de Bushehr en Irán, a pesar de los esfuerzos que Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea habían desplegado para que renunciara a hacerlo. El presidente Medvedev se había alineado con la posición atlantista –favorable al embargo sobre todo el sector energético– mientras que el primer ministro Putin apoyaba abiertamente la voluntad iraní de alcanzar la independencia energética.
El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, emitió incluso un provocador comunicado en el que presentaba la puesta de la central como una medida iraní de confianza hacia la comunidad internacional.