Más de 150 países participantes, se comprometieron a alcanzar el objetivo.

En la declaración final se confería a la salud el status de derecho humano fundamental.

Al tiempo que se declaraba inaceptable la desigualdad existente en materia de salud entre países y dentro de cada país, subrayándose la necesidad de promover y proteger la salud de
los pueblos como un paso indispensable para el desarrollo económico y social sostenido, por una mejor calidad de vida y por la paz mundial. Asimismo, se consagraba el derecho y el deber del pueblo a planificar la atención de su salud. Así como el deber de los gobiernos de
cuidar la salud de sus pueblos mediante la adopción de medidas sanitarias y sociales adecuadas, estableciendo la atención primaria como parámetro de un proceso permanente de
asistencia sanitaria.

A tales fines, la Declaración de Alma-Ata exigía la reducción de los gastos en armamento y la aplicación de esos mismos recursos a políticas de desarrollo social y a la atención primaria de salud en el mundo. Finalmente, exhortaba a los participantes a comprometerse con el cumplimiento del espíritu y la letra del pronunciamiento y a la acción de cooperación entre los países.

De fracasos e injusticias

Los periodistas-trabajadores de prensa, como parte de esas sociedades no estuvimos ni estamos ajenos a las consecuencias de las políticas públicas erráticas y/o injustas, aplicadas durante décadas.

Por eso en materia de salud, desde nuestra organización continental, nos comprometimos a luchar para construir con nuestros recursos herramientas propias de salud y acción social, en el intento de resistir mejor frente a evidencias desastrosas:

Se cuentan por centenares de millones las personas que no acceden a ningún nivel de atención en salud.
Se cuentan por centenares de millones las personas que no encuentran un grado mínimo de desarrollo socio-económico sostenido que les permita mejorar su calidad de vida.

Se cuentan por centenares de millones las personas que tienen una expectativa de vida infinitamente inferior a la de los habitantes de sociedades desarrolladas.

Se cuentan por decenas de miles de personas quienes mueren diariamente por enfermedades asociadas a la pobreza.
Se cuentan por cientos de millones los que no tienen acceso al agua potable, a la educación elemental, al uso de la tecnología con fines humanos.

Se cuentan por miles de millones los seres humanos que no tuvieron, no tienen y –de seguir este rumbo- no tendrán mientras vivan posibilidades elementales de acceso al desarrollo
social que los contenga, los proteja y les permita algún grado de desarrollo individual.

Políticas y programas focalizados reemplazaron a los conceptos universales, provocando una distribución inequitativa de los recursos humanos y económicos, profundizando las diferencias entre países y al interior de los mismos, polarizando la situación social.

La imposición de políticas sociales y de salud por parte de organismos internacionales de crédito, repercutió de distinta manera en cada región y en cada país que formó parte del
mismo. América Latina sufrió un marcado deterioro de su situación social, con índices inéditos de indigencia, pobreza desocupación, deserción escolar, déficit sanitarios, violencia y
deterioro social. La consecuencia: miseria, hambre, enfermedad y muerte.

Los índices de mortalidad materno-infantil, se sostienen en el tiempo y se incrementan ante la falta de políticas sustentables orientadas a la más elemental atención primaria -siempre declamada y nunca concretada eficazmente-.

Es sabido que el viejo modelo de atención desde el Hospital Público fue virando hacia la desarticulación y reemplazo por la medicina privada. Un fracasó rotundo. Y un negocio para
las empresas de medicina y laboratorios de medicamentos quienes se han asegurado una rentabilidad insultante.

No existe la universalidad en la atención, ya que grandes masas de la población están excluidas del sistema de salud y no existe la accesibilidad para los que quedaron fuera del circuito formal del trabajo o del impuesto, según el país en el que se esté y su modelo de financiamiento en salud.

Defender nuestros derechos e intereses

Desde la FELAP, sostenemos que, La ARTICULACION ENTRE ACTORES SOCIALES, es el nuevo paradigma para el desarrollo en salud, el retorno al sistema público en manos del Estado, articulado con la seguridad social con herramientas propias de los trabajadores y los sectores de la economía social, permiten pensar en un nuevo tiempo en materia de salud. Los protagonistas de esta batalla no podrán –podremos- fijar un plazo perentorio para resolver el problema de fondo, pero no pueden –no podemos- perder tiempo en la aplicación de programas, que hoy mismo son la frontera entre la vida y la muerte de millones de seres humanos.

Para articular políticas entre actores sociales primero debemos encarar desde cada lugar -la FELAP es uno de ellos- la defensa irrestricta de la salud como derecho y de las herramientas solidarias de salud, ya sea aquellas que están en manos de los trabajadores o en las propias bases de la sociedad, mediante entidades cooperativas o mutuales, que asumieron la
vacancia estatal.

En el campo laboral- profesional del periodismo reconocemos que el proceso de cambios del
modelo de trabajo fue violento en términos de tiempo y en incorporación tecnológica, obligándonos a definir el nuevo concepto de libertad de expresión, democracia informativa, periodismo independiente y todas las expresiones que el sistema acuño para tratar de explicar lo que en la realidad no fue nada mas, que un proceso que devino en una feroz, concentración de medios, competencia desleal, impunidad informativa, monopolización, gran rentabilidad, libertad de empresa, dominación cultural, política e ideológica.

Hablamos de un proceso que, a su vez, generó en el trabajador de prensa, polifuncionalidad, estimulación a falsas competencias profesionales, inestabilidad laboral, desempleo, riesgo
psíquico, riesgo físico, estrés, condiciones de trabajo inadecuadas, hábitos de vida de altísimo riesgo, conflictos familiares.

El marcado deterioro del estado de salud de quienes ejercen la profesión es fácilmente detectable: en cualquier rama o lugar de la actividad es recurrente la situación de progresiva y sistemática degradación psíquica y física del trabajador de prensa.

Un compromiso concreto para atacar los males

La FELAP, a partir del 2004, con la creación del área de salud de la entidad desarrolló una amplísima investigación a lo largo de Latinoamérica y el Caribe, con su propio equipo constituido por profesionales y personal perteneciente a la Obra Social de la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, UTPBA.

Hemos realizado una encuesta sobre hábitos de vida, condiciones laborales y estado sanitario de periodistas- trabajadores de prensa-comunicadores sociales, arribando a conclusiones muy desfavorables sobre la situación de las compañeras y compañeros, en relación a su salud y la de su grupo familiar.
MILES de trabajadoras y trabajadores en actividad fueron controlados voluntariamente en 11 países de la región mediante una serie de estudios médicos y test sobre los riesgos físicos del ejercicio de la profesión.

Las conclusiones –entre las que hay ejemplares excepciones- muestran que las trabajadoras y los trabajadores de prensa están expuestos a numerosos riesgos psíquicos y físicos, y que por ello deben tomar plena conciencia de que el ejercicio del periodismo no es incompatible con el cuidado de su salud.

Además de la extraordinaria labor de la FELAP, en pos del cuidado de la salud a través de la acción preventiva y de detección de problemas, en algunos casos muy graves, nuestra
organización continental dejó un mensaje claro –a manera de exigencia- a los empresarios periodísticos: deberán considerar sin dudas que el ejercicio pleno del periodismo requiere de trabajadores en la plenitud de su estado psíquico y físico, generando condiciones laborales adecuadas y garantizando el cumplimiento irrestricto de los convenios laborales y los
estatutos profesionales.

También el mensaje ha sido para los gobiernos de nuestros países: el cuidado de la salud de
los trabajadores de prensa, en particular, y de todos los trabajadores, en general, define
sociedades más justas, más equitativas, más solidarias.

Recordar nuestras obligaciones y no retroceder

A los largo de estos últimos años no hemos convocado para articular acciones comunes, como
la creación de secretarias de salud en cada organización perteneciente a FELAP, nos
planteamos la apertura de departamentos de salud laboral y abogamos por la puesta en
marcha definitiva del Instituto de Salud y Previsión Social de los Periodistas de Latinoamérica
y el Caribe. Un gran desafío, primero dentro de cada país y luego a escala regional.

Poner en marcha programas preventivos de baja complejidad práctica sería para nosotros el primer paso hacia acciones de más alta complejidad, lo cual requiere de grados mayores de coordinación y de medios. Debemos iniciar tales experiencias, redoblando el esfuerzo hecho hasta aquí.

Un esfuerzo –con importantes resultados- que no cuenta con antecedentes similares en la región, ni en ninguna otra parte del mundo. El ejemplo que nos hemos dado en estos últimos años es una muestra vital para seguir dando la batalla en el plano de la acción y de las ideas, en favor de crear conciencia crítica en
nuestras sociedades: contra el individualismo y la mercantilización de la vida.

Como integrantes de la Federación Latinoamericana de Periodistas, nos sentimos orgullosos de nuestra labor, hasta aquí, en 11 países de Latinoamérica y el Caribe: Argentina, Bolivia, Cuba, Chile, Ecuador, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Puerto Rico, República Dominicana.

Han quedado pendientes, hasta el momento que las organizaciones de Guatemala y Brasil fijen fecha, las visitas médicas previstas oportunamente a ambos países. Está en todos nosotros continuar haciéndole honor a nuestros principios y a la consigna
nacida de la realidad de cada día: “La FELAP no sólo opina: HACE”.

(*) Coordinador de Salud de la FELAP. País: Argentina