Dicen que ya nada será igual para la prensa británica y posiblemente así sea. Sin embargo, todo seguirá igual para la gran política del lucro y la especulación financiera que reina como las monarquías en el mundo del poder del dinero y el control cultural que necesita para cumplir con su cometido.

El cierre del diario News of the World, tras el escándalo de las escuchas telefónicas que ha puesto en jaque a periodistas, ministros y autoridades inglesas se pretende presentar, ahora, como “una medida moralizante” a la prensa que ha “cuidado” con empeño durante un siglo y medio el negocio de vender noticias inventándolas o utilizando escuchas ilegales como fuente informativa para sus relatos amarillistas o basura. Mentiras y carroña para el consumo de un producto hecho a imagen y semejanza del circuito cultural que necesitó (y aún necesita) el sistema para su sobrevivencia en una etapa anterior. Desde el féretro y acompañado por el último ejemplar “Gracias y adiós”, la empresa tampoco se privó de hacer negocio con su propio deceso.

El muerto –el diario News of The World– debe pagar por haber mantenido un modelo de corrupción “demodé” que no está a la altura de las nuevas y más sofisticadas formas de corrupción que hoy los mismos que la generan, pero aggiornados a las nuevas circunstancias, la condenan desde otros medios de prensa, púlpitos y estrados.

El magnate de la prensa internacional, Robert Murdoch tiene grandes negocios en juego para que niñerías locales rompan la lógica de acumulación de capital y el lucro puesto al servicio de una minoría, garantizado –a su vez– por el gran consumo de las mayorías. Este es el punto y a esto se quiere referir esta columna de opinión.

Murdoch sabe como nadie –y como también lo sabe el poder real, que él muy bien representa– que los fundamentos de las denuncias por la “falta de ética de los periodistas, sus editores y responsables, involucrados en las escuchas telefónicas, tiene –ahora– una “invalorable virtud” para el funcionamiento futuro e inmediato del sistema real. Y nada impedirá que el magnate aproveche estas desgraciadas circunstancias para, por un lado, someterse a la condena moral de quienes también –y él lo sabe– han vivido como líquenes de este modelo que esculpe la política a la medida del poder del dinero.

La represalia moral es una necesidad que a la vez de ser aplaudida por el progresismo, es también funcional a la nueva forma de corrupción natural, que bajo la estructura de “negocio” intentará encarar Murdoch para concretar la compra del canal de pago BSkyB, del que ya posee el 39% y del que aspira a adquirir la totalidad.

Después del “perdón” público para resarcir las conductas antiéticas avaladas por parte del empresario y de los directivos del diario, la News of the Word, “la noticia del mundo”, es cómo y por qué el sistema político le allana el camino al más escandaloso y millonario monopolio trasnacional de la comunicación tapado por la cortina de humo y repentina moralina de la política inglesa. Una frase remanida vale para aclarar un poco más el punto: el árbol tapa el bosque.

Sería realmente interesante que la moralina del supuesto progresismo internacional tome nota de cómo sus relatos condenatorios a la “corrupción” suelen tener en la práctica política concreta un efecto paradojal, dado que, al condenar la corrupción como un caso aislado, preserva la lógica del sistema que lo genera.Se trata ahora y más que nunca de cuidar los negocios del gran capital. Los negocios del magnate Murdoch se preservan bajo la forma moderna, adaptada a las nuevas circunstancias y naturalizada en la voracidad del lucro, desde su principal patrón de acumulación: la información en épocas de guerra cultural y económica.

En tiempos de crisis, “la supuesta transparencia del capital”, la búsqueda y el perfeccionamiento de un nuevo modelo de corrupción, con mejor estilo y acorde a los nuevos tiempos, aporta, sin lugar a dudas, al mantenimiento del statu quo del sistema real. Y de esto estamos hablando en esta columna.

No es casual volver a encontrar en las reflexiones del filósofo argentino Enrique Marí, de quien se cumplen diez años este mes de su fallecimiento, a la hora de entender las vigentes habilidades del sistema económico-político y cultural que caracteriza al capitalismo cuando trata de garantizar su sobrevivencia. El caso del News of The Word es un emergente claro del escenario que intentamos analizar.

No es forzado partir de los paradigmas que aporta Marí cuando se refiere a cómo el poder real necesita presentar el fenómeno de la corrupción (que el mismo genera) como un fenómeno “no deseado” y “extirpable”, supuestamente “ajeno” asimismo para revalidar su vigencia y hegemonía, amparado a la vez en la naturaleza corrupta del sistema.

“El perdón” del diario por las escuchas telefónicas y de su dueño, Robert Murdoch, son una muestra de cómo el sistema real apela repentinamente “a la ética” y a la necesidad de volver por el supuesto “buen negocio” para ensanchar su marco normativo y seguir en carrera bajo la misma lógica de acumulación económica y cultural.

Y el caso del News of the World como paradigma “de la corrupción”, en este caso de un medio de prensa, que integra, a su vez, una concentrada corporación mediática, nos permite este análisis, validando la caracterización de Enrique Marí sobre cómo opera “la corrupción” en el capitalismo. Porque, en definitiva, siempre se tratará de omitir el fenómeno de la corrupción como algo inherente a la naturaleza del sistema. Está claro que los periodistas con su conducta corrupta le allanaron el camino a la gran corrupción menos visible, a la vez que colaboran –en la consolidación del sistema de institucionalización de la “verdadera” corrupción universal, como dice el economista Pablo Levin–.

El capitalismo se come a sí mismo, pero siempre se tiende un salvavidas. En su camino busca denodadamente mantener su vigencia. Está claro, y el poder del dinero y sus representantes lo saben: a esta etapa del capitalismo –y atento a la crisis económica-financiera y civilizatoria mundial– le corresponde otro modelo de corrupción.

Lo más escandaloso de todo esto, ya no es la usina de corrupción en cadena que ha generado un diario, lo escandaloso está en cómo la política está jaqueada por el poder del dinero. Y cómo el poder del dinero tiene la capacidad de modificar “su modelo de corrupción” frente a la incapacidad política de frenar “la institucionalización” de la corrupción, que se derrama obviamente por dentro y fuera de las fronteras del país inglés. Esa es la noticia. Gracias y adiós, aunque no me fui.

Valga también esta columna como un pequeño y merecido homenaje al filósofo argentino, Enrique Marí a diez años de su fallecimiento.

 Fuente: www.tiempo.elargentino.com.

(*) Periodista. Secretaria General de la UTPBA.