Autor: Guillermo Fabela Quiñones *
Sección: Opinión

20 NOVIEMBRE 2011

Conviene insistir en que los cambios que demanda la sociedad, para salvar a la nación del desastre al que la está llevando una minoría rapaz y sin freno para lucrar con los bienes del país, no se van a dar sin la participación del Estado como el eje de las políticas públicas. Sobre todo en etapas de crisis como las que estamos viviendo, que exigen una suma de esfuerzos entre gobernantes y gobernados con una clara orientación social. Así está comprobado incluso en Estados Unidos, cuando el expresidente Franklin D Roosevelt puso en marcha un gran programa de obra pública que fue fundamental para salir de la crisis iniciada en 1929.

Según Calderón, “Iniciativa México prueba cómo la participación ciudadana fortalece, enriquece y complementa la acción pública”. Tal complementariedad tiene sentido cuando atrás de la misma hay un proyecto que involucra a la sociedad en su conjunto, entre éstas la cruzada nacional contra el analfabetismo en los años de construcción del sistema educativo nacional que encabezó José Vasconcelos, así como la solidaridad que unificó a la nación cuando el entonces presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la industria petrolera.

El proyecto ganador este año deja ver las intenciones demagógicas y embusteras del concurso. Se denomina “Ayúdame, que también soy mexicano”, consiste en la construcción y el mejoramiento de la vivienda rural, con la participación directa de las comunidades. Aun cuando la intención es positiva, la realidad es que no pasará de ser un mero paliativo a un problema social, mientras que el Estado no lleve a cabo políticas públicas que vayan directo a las causas y efectos de la pobreza. Es evidente que para un gobierno neoliberal resulta muy cómodo endosar a la sociedad la solución de los problemas que sufre, de ahí el aplauso de Calderón al duopolio televisivo Televisa-TV Azteca.

Queda así de manifiesto una vez más la complicidad de éste con las poderosas televisoras, la cual ha llegado a niveles inauditos que dejan ver un cogobierno muy peligroso, por los objetivos que se buscan, que no son otros que instaurar un régimen fascista mediante el cual no corran riesgos sus altas tasas de ganancias y extraordinarios privilegios. A este respecto, es ilustrativa la información de la revista Forbes, sobre las utilidades obtenidas por algunos de los prominentes mexicanos que figuran en su listado: de 1991 a 2010, la fortuna de Carlos Slim se incrementó 4 mil 525 por ciento, pasó de 1 mil 600 a 74 mil millones; la de la familia Larrea aumentó 1 mil 400 por ciento entre 1994 y 2010, de 1 mil 100 millones a 16 mil millones; la del dueño de Televisión Azteca, Ricardo Salinas Pliego, tuvo un incremento de 583 por ciento, de 1 mil 200 millones a 8 mil 200 millones; todas estas cantidades en dólares.

Según Calderón, “México anhela gente buena y trabajadora, de corazón limpio que sabe que la obra humana más noble está dedicada a servir a los demás”. Desde luego que así es, sólo que se trata de palabras vacías, porque rezuman hipocresía y demagogia. La “gente buena y trabajadora” para el inquilino de Los Pinos es aquella que se deja engañar por el grupo en el poder, la mayoría enajenada por la miseria, su ignorancia y desinformación perenne. Es aquella que cree en los spots radiofónicos que llaman a pensar, a las 12:00 del día, “en un México sin violencia”, pues “con la fuerza de nuestro pensamiento” podremos salvar al país. ¡A tal extremo de villanía llegan los oligarcas con tal de desmovilizar a la sociedad!

Es obvio que ante la situación prevaleciente, el grupo en el poder tiene miedo. Sabe que la ciudadanía comienza a despertar, a pesar de todos los afanes para evitarlo, entre los que se encuentra la dichosa Iniciativa México, porque los abusos están calando muy hondo en la realidad social del país. De ahí su interés en relevar a Calderón con un personaje que parece tener más capacidad que el panista, ya que para eso fue preparado Enrique Peña Nieto, quien seguiría al pie de la letra el guión escrito por los dirigentes del modelo depredador que rige, entre los que sobresale, es imposible no decirlo, Carlos Salinas de Gortari.

Es válido esperar que las embestidas del duopolio televisivo, para desinformar y desmovilizar a la sociedad, sean más cínicas y estúpidas cada día que pase.

*Periodista

Revista Contralínea 260 / 20 de noviembre de 2011