En Perú, no tengo certeza que tenga iguales características en otros países, los diplomas, doctorados, grados universitarios, se extienden con una facilidad pasmosa. De pronto y gracias al lucrativo negocio, poseemos más generales que milicianos en armas, algo así como el dicho gringo: too many chiefs, few indians.
No hay quien pueda decir o afirmar con seriedad que la educación no es un negociazo de esos que vuelven a carretilleros o personajes sin ninguna luz intelectual, en rectores, decanos, coordinadores, poseedores de maestrías baratas, en la esquina y debajo de cada piedra en el país.
La próxima interpelación y eventual censura contra el ministro de Educación, Jaime Saavedra, es alentada por grupetes que guardan íntima, innegable –directa o por testaferros de primera o segunda generación, todos cobradores- con estas mal llamadas casas de estudios.
No es un tema ideológico partidario. Además, en Perú NO existen los partidos, hay clubes electorales cuyo fin supremo es colocar autoridades en el Congreso y alcaldías. No enseñan civismo porque carecen de esa virtud, básicamente están vinculados a la política no para edificar una nación, sino para tentar las canonjías y vituallas que da, con puntualidad, el Estado.
Entonces Dios los cría y ellos se juntan. Quien se dé el trabajo democrático para desbrozar la coloratura de quienes impulsan la censura contra Saavedra, obtendrán inequívocamente resultados con trabazones descaradas con esas llamadas universidades cuyo cometido único es cobrar, cobrar, cobrar. A cambio, regalan diplomas a granel y a personas que son sorprendidas en su buena fe y ambición de lograr grados académicos.
En Perú somos magos para la armazón de edificios oratorios vacíos pero impactantes. Nos llenamos de incoherencias que parecen “decentes” y “reflexivas”. Entonces una minoría ridícula en el Congreso, pareciera gobernarlo por su capacidad de hacer bulla y contrabandearlo como “experiencia”, “política”. Por lo menos tres de esos individuos guardan íntima relación con cuestionables “universidades”. Por tanto, no actúan por principios sino para no perder el billete.
Así de simple.
El espectáculo venidero nos enterará de lo que ya es una crónica con veredicto anunciado: la censura del ministro Saavedra. Digamos de paso que nadie entiende cómo es que el señor aludido que venía de la administración Humala, se quedó en el gabinete. Es un economista lleno de estadísticas y nulo o deficiente comprensión del tema educativo. No lo digo yo, lo afirman maestros y directores de colegios de todo el Perú. La propaganda que sus numerosos consultores contratan en los miedos de comunicación, perpetúan mitos que se acaban, salvo algún milagro de diciembre, el próximo 7 de los corrientes.
Que Perú tenga algo así como 140 “universidades” nos debería dar vergüenza porque hemos permitido que el título o grado universitario se obsequie como si fueran anticucho o choncholí de esquina, sabrosos y picantes, pero de muy efímera repercusión en el porvenir de la Patria.
Y no pasa sólo en estas “universidades”. ¿Se acuerdan de un obeso idiota, muy alto, que se hacía llamar “doctor”, hasta que fue desenmascarado por uno de sus ex profesores?
La falta de actitud, determinación y criterio son parte del ADN social fallido del Perú. Soluciones radicales son necesarias y entre éstas, la pulverización de garitos que dicen dar educación haciendo ricos y millonarios a sus inmorales promotores que actúan a sabiendas y con dolo cínico.
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