Thierry Meyssan
Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestros ojos la gran farsa de las "primaveras árabes" (2017).
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Todo tiene un fin, incluso los imperios. Después de la URSS, hoy estamos viendo el fin de Estados Unidos. Washington ha favorecido escandalosamente a una reducida camarilla de ultra-multimillonarios y ahora se ve ante sus viejos demonios, reducido a prepararse para la secesión y la guerra civil.

La irrupción de partidarios del presidente Donald Trump en el Capitolio está siendo presentada como un intento de golpe de Estado, en momentos en que Trump todavía no ha terminado su mandato. Sin embargo, si analizamos los hechos con un poco más de atención… bien pudiera ser lo contrario. La libertad de expresión ha sido confiscada por un poder ilegítimo que respalda a Joe Biden.

Si Joe Biden acaba siendo entronizado como presidente de Estados Unidos, es posible que apoye los proyectos de los presidentes de Irán y de Turquía. Biden podría favorecer la creación de un imperio regional iraní en Levante y de un imperio regional turco en el Cáucaso, en ambos casos en detrimento de Rusia. Este trabajo pasa revista a los cambios registrados en Irán.

Cuando se inventó la imprenta numerosos autores pusieron en tela de juicio las supuestas verdades de su época. Hubo que esperar 4 siglos antes de que Occidente aceptara la libertad de expresión. Pero con la invención de internet la posibilidad de convertirse en autor se democratizó y la libertad de expresión volvió a cuestionarse de inmediato. Quizás se necesiten siglos para asimilar ese choque y restablecer la libertad de expresión. Mientras tanto, hemos regresado a la censura.

Durante las dos últimas décadas, el Medio Oriente ampliado ha sido teatro de sangrientas guerras que destruyeron 5 Estados de esa región. Pero en Líbano, los propios libaneses se han encargado de garantizar la destrucción de su país, sin darse cuenta de lo que hacían. La resistencia libanesa no ha logrado impedir el derrumbe del país. Queda demostrado que es posible ganar una guerra sin tener que librarla.

La incógnita actual en Estados Unidos no está en determinar quién fue legítimamente electo presidente sino en saber por cuánto tiempo será capaz de evitar la guerra civil en ese país. Lejos de la simple rivalidad entre un narcisista experto en el uso de la televisión y un político senil, Estados Unidos se ve ante un grave problema de identidad cultural que siempre ha estado latente desde su surgimiento como país.

Nadie ha cuestionado las reglas de la OTAN, con excepción de la Francia del presidente Charles de Gaulle –en 1966. Sin embargo, debido a sus constantes derivas desde 2001, hoy todos sus miembros –menos Turquía– se plantean la posibilidad de dejar esa alianza guerrerista. También lo hace Estados Unidos, donde la alianza atlántica ya no se ve como algo indispensable. Un informe interno sobre lo que debería ser en el futuro ilustra las contradicciones de la OTAN y lo difícil que resulta reformarla.
Victoria de Londres y Ankara en el Alto Karabaj, derrota para Soros y los armenios
por
Thierry Meyssan

Después de haber planificado la guerra en el Alto Karabaj, el Pentágono se vio burlado por sus aliados británicos. Pero a las potencias no les importan los muertos de ese conflicto. A fin de cuentas, Londres y Ankara restablecen su alianza histórica, Washington y Moscú no ganan nada, pero George Soros y sobre todo los armenios han perdido mucho.

Además de denunciar los resultados de la elección presidencial, el presidente Donald Trump se ha dado a la tarea de limpiar el Pentágono. El primer en caer fue el mismísimo secretario de Defensa, Mark Esper, que ha mentido constantemente para esconder a la Casa Blanca los verdaderos objetivos de los generales.

Muchos creen ver en el resultado de esta elección presidencial estadounidense el triunfo de los demócratas y de un senador senil. Error. Lo que estamos viendo es la victoria de la corriente puritana sobre la tendencia jacksoniana. Es una victoria que no refleja en nada las opiniones políticas de la ciudadanía estadounidense y sólo encubre la crisis de civilización en la que su país está hundiéndose.

Se equivocan quienes acusan al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, de querer restaurar el imperio otomano. Para Erdogan, las conquistas territoriales no son un objetivo sino una manera de propiciar alianzas. Al cabo de largas vacilaciones, Erdogan ya no tiene intenciones de ser sultán sino califa, convirtiéndose en el jefe de los musulmanes sunnitas del mundo entero.

Los franceses descubren con estupefacción que su gobierno estima que el toque de queda, una medida de orden público, puede ser eficaz ante una epidemia. Por supuesto, todo el mundo sabe que los virus no respetan horarios impuestos por decreto y, ante los errores anteriores, todos se hacen la pregunta lógica: ¿Qué objetivo tiene el toque de queda?

En el conflicto del Alto Karabaj, el derecho contemporáneo se vuelve contradictorio según el enfoque que se adopte –desde el punto de vista de la propiedad del territorio o el de la autodeterminación de un pueblo. Utilizando ese equívoco, la “nación” turca (Turquía y Azerbaiyán) acaba de atacar ese territorio, autoproclamado independiente aunque vinculado de hecho a la República de Armenia. Rusia ya anunció su intención de atenerse a sus compromisos internacionales y defender Armenia si ese país es atacado, aunque la seguridad nacional rusa no tiene nada que ver con el conflicto del Alto Karabaj. A partir de ahí, queda por determinar si Turquía está actuando por orden de los países occidentales o si es una iniciativa propia… que sus propios aliados pudieran utilizar contra ella. (...)

Como el Deus ex machina de las tragedias clásicas griegas, el presidente francés Emmanuel Macron aparece otra vez para reprender a los dirigentes libaneses. Convencido de su propia superioridad, este presidente de Francia dice sentir vergüenza del comportamiento de la clase política libanesa. En realidad, Macron sólo está interpretando una pésima pieza de teatro. Por debajo de la mesa, el presidente de Francia se activa para acabar con el movimiento libanés de resistencia y para convertir el Líbano en un paraíso fiscal.

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