Al mejor estilo psicosocial del fujimontesinismo, el ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, pretende manipular la opinión pública. Acaba de lanzar una “peligrosa advertencia”: los cocaleros de la mano con el Apra, Patria Roja y un ex candidato presidencial quieren realizar un bolivianazo. Es decir que se pretende sacar al presidente de la República con marchas violentas y paro generalizado.
¿Qué pretende el periodista Rospigliosi con esta arriesgada exageración? Según él, alertarnos de que el cuco de la violencia está por apoderarse de las calles de Lima. Está apelando al inconsciente colectivo, esa reserva mental que aún conserva casi intacta la demencial capacidad asesina de Sendero Luminoso. Está tratando de crear una corriente de opinión de apoyo a este gobierno que apenas supera un dígito de respaldo popular. Intenta manipular la opinión pública y polarizar a la sociedad peruana y limeña en particular. Estás con el gobierno, que somos los buenos, o con los protestantes, que son los malos. Maniqueísmo puro o, si prefieren, en términos marxistas, agudizar la contradicciones.
Para nadie es un secreto que, los cocaleros, en su mayoría, venden su producción al narcotráfico. Es que en estas zonas productoras, el mercado también se impone. La hoja de coca ha sido y es un producto altamente rentable porque el narcotráfico la compra en el campo y al contado. Y las estrambóticas estrategias de Devida y otras ONGs para convencer a los campesinos de que reemplacen este cultivo han tenido magros resultados.
La solución a este grave problema del cultivo de la hoja de coca se dificulta cada vez más por la ineptitud del gobierno y la intransigencia de un amplio sector de cocaleros. Se sabe que productores y representantes del Estado se han reunido ene veces y en cada una de ellas se llegan a acuerdos que casi nunca cumplen las partes. Y en el interín, el ministerio del Interior ha emprendido operativos policiales con resultados que todos conocemos.
El papel de Fernando Rospigliosi, ex jefe del Consejo Nacional de Inteligencia, sorprende y preocupa. Sorprende porque, según declaraciones de los dirigentes que se reúnen con su viceministro, “la peligrosa advertencia” resulta exagerada. Y preocupa porque, a todas luces, pretende tapar el sol con un dedo, intentado manipular la opinión pública y obligarnos a defender a un gobierno incompetente, colocando a la población entre la espada y la pared.
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