El país está siendo manipulado. La ausencia de fuerzas mediáticas alternativas favorece la epidemia. El común denominador mundializante y anticonsureño de la clase política motorizan un clima de triunfalismo, xenofobia y acatamiento a la Casa Blanca. Al Tío Sam en función de ese etnocentrismo se le visualiza no como "patrón", sino económicamente como "socio" y militarmente como "aliado". Esto involucra la actitud prepotente del presidente Lagos en Monterrey, la negativa a dialogar con Lima la delimitación fronteriza oceánica, la imposibilidad argentina de suministrar gas se presenta como agresión.

Esto se antecede con provocaciones a Buenos Aires como el espionaje al Consulado de Argentina en Punta Arenas y la extraña aparición de un helicóptero de la FACH en Neuquén. Revistas de alta circulación editan fascículos de la Historia de la Guerra del Pacífico ajenos a toda objetividad. Peruanos son chequeados por la policía de migraciones. Humoristas vuelven a través de "la pantalla chica" con sus hirientes chistes antibolivianos a propósito del petitorio de enclave portuario en el Pacífico de esa república mediterránea. El gasto militar se incrementa y la ministra de Defensa aparece como postulante a la presidencia.

La denominada "izquierda extraparlamentaria" integrada básicamente por el PC y representada por Gladys Marín -en el delirio de un torpe reduccionismo- proclama como meta substantiva "sepultar en la cárcel al general Pinochet" mientras aparece en contubernio con la canciller, artífice del TLC con EEUU, y con Michelle Bachelet, impulsora del armamentismo y cómplice del despacho de tropas a Haití.

Ese chilenismo prepotente -publicitado por el diario El Mercurio e impulsado por La Moneda- hunde sus raíces en una centenaria cultura patriotera que es como la segunda piel de nuestro pueblo. En Perú, quiérase o no, el aprismo ensancha el horizonte a millones y en Argentina, el fenómeno justicialista erosiona las hipótesis de conflicto clásicas de las FFAA. En Bolivia -el MNR, pese a su declinación posterior, y la revolución de 1952- medianamente cumple tareas similares. Aquí la UP con Allende a la cabeza no concibe o no alcanza a concebir una propuesta distinta en la esfera cultural que supone otra mirada del ayer. Quizás por no alterar las relaciones con las FFAA comulga con esa suerte de ideología chauvinista que aparece como acatada de modo unánime por "montescos" y "capuletos".

Ahora bien, tal patrioterismo hoy ha injertado -entre pecho y espalda- a cada chileno la teoría que el país es "una mansión elegante ubicada en un barrio ordinario" y que nuestro supuesto éxito económico es tan formidable que los vecinos "nos envidian". Entonces se legitima el armamentismo, resurge el Síndrome de Fortaleza Asediada (SFA) y Chile aparece una ínsula civilizada rodeada de un océano de barbarie, dicho de otro modo, un Israel en este Medio Oriente criollo. Hay que proteger la frontera ante el asedio de los "árabes" que amenazan "la copia feliz del Edén". Menos mal que, como dice el Himno Patrio, "el Señor nos dio montañas que son el baluarte". La democracia restaurada en 1990 resultó en esta esfera peor que los 17 años de régimen militar. Los civiles -aún siendo "socialistas" de III vía- son alérgicos a la tesis bolivariana y suscriben la vieja geopolítica oligárquica.

Francamente ¡deplorable!