El Partido Conservador anunció el domingo 23 que tratará de ganar las elecciones generales de Mayo 2005 levantando una dura política de restricciones a la inmigración. Su propuesta, que implicaría que Reino Unido renuncie a la Convención de la ONU de 1951 para refugiados, busca polarizar el debate electoral y empujar al actual gobierno laborista a replicar con fuertes medidas contra los inmigrantes.
Diversas personalidades han acusado a los “tories” de estar atizando la carta racista para pescar votos. Los millones de personas que viven en este país y que provienen ya sea directamente o a través de sus padres y abuelos de otras naciones pueden crear un polo de opinión contrapuesto.
Howard: limitar la inmigración
Michael Howard es el líder conservador quien acaba de plantear un programa de drásticas reducciones en el número de gente que viene de otros lugares hacia el RU. Según él, cuando fue ministro del interior durante Margaret Thatcher, Gran Bretaña recibía un promedio de 50,000 inmigrantes anuales y la "Home Office” (ministerio del interior) tenía un presupuesto anual de 200 millones de libras. Ahora, continúa, el presupuesto de dicho ministerio se ha multiplicado por diez mientras el número de inmigrantes se acerca a los 160,000 cada año. Si esta tendencia se mantiene habrían 5 millones de inmigrantes en los próximos 30 años, una cantidad equivalente a 5 veces la segunda ciudad inglesa (Birmingham).
Él reclama ser hijo de refugiados judíos rumanos que se escaparon del holocausto nazi. Para Howard su propuesta no es racista sino que, más bien, intenta disminuir las tensiones raciales. El sistema que los tories quieren implementar implicaría que RU renuncie al tratado de 1951 de Naciones Unidas sobre refugiados pues pondría un límite de asilados que podría absorber y que estaría alrededor de los 15,000 anuales. Howard propone un cupo para todo tipo de inmigrantes, incluso el de parientes.
Dicho paquete de medidas está orientado a evitar que su partido siga siendo minado por el crecimiento de fuerzas xenofóbicas a su derecha y también apunta a golpear al laborismo en un punto que los tories creen que pueden ganar popularidad. Según las encuestas entre un cuarto y un quinto de los británicos creen que la inmigración es un punto central. En las recientes elecciones al parlamento europeo el UKIP (Partido pro Independencia del Reino Unido) y el neo-nazi BNP (Partido Nacional Británico) consiguieron un quinto de los votos depositados planteando acciones contra los no británicos.
Los conservadores tradicionalmente han sido duros frente a la inmigración. Antes de los comicios del 2001, su entonces líder William Hague alertó que Gran Bretaña podría convertirse en una tierra extranjera y Thatcher antes de ser electa en 1979 había reclamado que su país podía ser devorado por gente de otras culturas. Sin embargo, nunca antes los “tories” habían llegado a transformar el asunto inmigratorio en una de sus mayores cartas electorales.
El incremento en el discurso anti-inmigrante va de la mano con el giro conservador hacia una política más reacia frente al euro y a la Unión Europea. Muchos observadores han criticado que al correrse más hacia la derecha los conservadores podrían perder el centro y numerosos electores en favor de los laboristas y liberales. Hace unos días un parlamentario tory se ha pasado al laborismo.
Mas, los conservadores creen que hay una ola anti-inmigrante, la misma que llevó inicialmente, por ejemplo, al estrellato a Pym Fortyn (un caudillo sin partido) en Holanda y que ha generado el crecimiento de partidos nacionalistas de derecha en Dinamarca, Francia, etc. Calculan que al tomar semi-moderamente algunas de esas banderas podrían capturar ese espacio y evitar ser desbordados por UKIP o el BNP.
Las críticas a Howard
El editorial del diario The Guardian del 24 de enero afirma que es errado argumentar que Reino Unido está absorviendo una cifra demasiado alta de asilados. La Unión Europea apenas acoge al 3% de los refugiados de todo el mundo y Gran Bretaña es dentro de ésta el octavo país en aceptar asilados con relación a su propia población. Los laboristas, además, han cortado en un 70% las peticiones de asilo.
Ahora hay campos especiales para los asilados y muchos de estos están privados de beneficios y derecho a la apelación.
Para Maere Sherlock, jefa del Consejo del Refugio, no se puede establecer un tope para los solicitantes de asilo. Si viene gente escapando de un genocidio o persecuciones no se le puede cerrar las puertas aduciendo que ya se ha llegado al tope de posibles aceptables. Un reportero de ITV le cuestionó a Howard que sus actuales políticas tal vez hubieran impedido a su padre poder haber escapado del horror hitleriano.
Howard retruca diciendo que con su política se diferenciará a los verdaderos solicitantes del 80% que son falsos, pero no puede responder que pasaría si el número de verdaderos refugiados sobrepasa los 10 a 20 mil anuales que está preparado a aceptar. Tampoco explica cómo piensa incrementar el patrullaje de las costas y los costos para imponer estas medidas si está queriendo cortar el presupuesto público y para la Home Office en alrededor de mil millones de libras.
Yasmin Alibhai del diario The Independent argumenta que pedir cuotas para asilados e inmigrantes es como pedir cuotas para entrar a los hospitales. Es decir, que el servicio nacional de salud (NHS) sólo podría atender a X casos por tal o cual enfermedad y el resto se quedaría a merced del destino.
Los beneficios de la inmigración
Howard acepta que Gran Bretaña se ha beneficiado cultural y económicamente con la inmigración pero aduce que ésta debe contenerse para evitar tensiones raciales. Mas, dichos choques se dan, precisamente, por el recorte de empleos o en servicios estatales de salud, educación y vivienda, lo mismo que provoca una competencia dentro de los sectores más necesitados y permite que cale dentro de ciertas capas laborales y desempleadas blancas un discurso racial.
La cuestión está en que es el propio conservadurismo quien más propone esos recortes, el mayor factor que produce el racismo.
La manera de desterrar el racismo puede ser exactamente lo opuesto: desarrollar mejor los servicios públicos y haciendo que las capas laborales de todas las etnias se sientan aliadas y no adversarias en la búsqueda de mejorar éstos.
El temor que Gran Bretaña tenga 5 millones más de foráneos en 30 años no es una gran amenaza. Hoy, el Reino Unido sobrepasa los 60 millones de habitantes y sólo uno de cada veinte declara pertenecer a una etnia minoritaria. En el hipotético caso que para el 2,035 hubiese tantos inmigrantes o hijos de éstos el porcentaje de ellos igualmente sería bajo: en el peor de los casos no llegaría ni al 15% de la población. No es tampoco cierto que las islas británicas se llenan de gente. Escocia es uno de los países más despoblados de Europa con relación a su extensión geográfica.
Deuda moral
Lo paradójico de la propuesta de Howard es que piden parar la inmigración de seres humanos desde el hemisferio sur al norte, cuando su partido es el promotor de una política económica que demanda el libro flujo de mercancías y capitales desde el Norte hacia el Sur.
A medida que avanza la globalización económica que ellos propugnan es inevitable que crezca la globalización humana. Cada año hay más de 100,000 británicos que buscan trabajan en el exterior y el RU se opone a medidas que paren ese flujo. Australia, Nueva Zelandia, Canadá, EEUU son colosos económicos y geográficos creados con “exportación” masiva de británicos.
La propia riqueza británica se ha debido a que con su imperio primero y luego con la “Commomwealth” estas islas se han beneficiado al enviar millones de personas y de libras al resto del planeta.
La propia Inglaterra se ha forjado combinando olas de inmigrantes. El idioma inglés fue traído por los inmigrantes del norte de Alemania y sur de Dinamarca. Celtas, romanos, franceses, daneses, escandinavos y otras etnias se han ido entremezclando. Desde la religión oficial (cristianismo) hasta el plato típico del RU (el pollo a la “tika musala”) provienen de otros continentes.
En el caso de las Américas el Reino Unido ha visto las enormes ventajas de cuando en épocas de crisis tanta mano de obra excedente ha sido absorbida desde el Ártico hasta la Patagonia (donde incidentalmente hay zonas donde se habla el galés, cosa que no pasa ni en Inglaterra).
Más restricciones contra los inmigrantes es algo que oscurece otro drama que hay en estas islas: el de decenas o cientos de miles que trabajan irregularmente o en el mercado negro con sueldos de risa y en condiciones laborales infrahumanas. Es en beneficio de sus propias economías que España ha declarado varias amnistías a los “indocumentados”. Sin embargo, el RU aparece como uno de los pocos países europeos donde no se ha dado ello.
Una amnistía permitiría legalizar e integrar a tanta gente que trabaja honestamente, y ello mejoraría el sistema de cobranza de impuestos.
El deber de los inmigrantes
Ken Livingstone, el alcalde capitalismo, se ufana de que Londres es la ciudad más cosmopolita del globo. Esa característica ha hecho de esta, la mayor urbe europea, en un centro financiero, económico, cultural y político del planeta. La multi-culturalidad de Londres es una de las joyas del Reino Unido.
La mitad de la población de esta metrópolis pertenece a “otras etnias”. La capital no podría funcionar sin el concurso de tantos inmigrantes e hijos de inmigrantes.
La mayor potencia del planeta (EEUU) es obra de inmigrantes. La migración no es una enfermedad sino un factor para el progreso material y cultural.
Los numerosos inmigrantes latinos, asiáticos, árabes, africanos, caribeños o europeos son parte inseperable dle progreso de estas islas. Más recortes para la inmigración les afecta en vincularse con sus parientes y amigos.
Mientras los xenofóbicos hacen campañas buscando empujar al RU hacia actitudes exclusionistas, las diversas etnias bien pueden coaligarse para tratar de mostrar el efecto opuesto: que la inmigración es positiva y que se debe dar facilidades legales para que ésta se de legalmente. Ello ayudará también a los británicos pues permitirá que la nueva mano de obra que llega no deteriore los salarios y condiciones laborales y permita que la economía se potencie.
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