El 29 de mayo de 2005, los franceses rechazaron el Tratado Constitucional Europeo (TCE) mediante un referendo; tres días más tarde fueron imitados por los holandeses. Después, la prensa internacional no ha hablado más que del futuro de Europa como imagen y como institución, pero las consecuencias que puede tener esta votación son en extremo ambiguas.
Analicemos la votación francesa. Tres grupos se alegran del resultado, los neoconservadores estadounidenses, una gran parte de la izquierda francesa (sobre todo los altermundialistas) y los euroescépticos de derecha. Para los neoconservadores estadounidenses, el «no» francés es un «no» a las arrogantes élites europeas antinorteamericanas y a Jacques Chirac. Para los altermundialistas, es el fracaso de un proyecto imbuido de los valores del conservadurismo anglosajón impuestos por la Comisión Europea. Para los euroescépticos, representa también una derrota de la Comisión Europea, pero para ellos encarna el socialismo. Constituye también un rechazo a la incorporación de Turquía.
Evidentemente, como ocurre en cada referendo, el «no» abarca diversas opiniones. Si esta vez triunfó, fue debido al aumento del miedo a la mundialización por parte del electorado socialista y Verde en Francia y al miedo a la inmigración musulmana en Holanda. Ese Tratado ha muerto, pero ello no quiere decir que la Unión Europea haya muerto también. Seguirá siendo tal como es hoy. Infelizmente, muchos consideran que su funcionamiento actual no es el más adecuado. Pero tendrán que pasar años antes de ver surgir un nuevo Tratado.
Tony Blair puede alegrarse, ya que él no tuvo que organizar el referendo en su país y porque Francia se ha debilitado. La administración Bush, tal como William Kristol, se complace viendo una Europa desunida. Los altermundialistas ganan terreno y eso desestabiliza a los partidos de izquierda que tienen hoy pocas oportunidades de ganar en 2007. Los altermundialistas sólo lograrán imponer sus puntos de vista si se separan de los xenófobos con quienes votaron y si la administración Bush no capitaliza esta votación. No puede haber una Europa más social sin una Europa más federal. Sin embargo, una parte de la izquierda teme que el federalismo sólo acarree un cuestionamiento de los logros sociales.

Fuente
Al-Ahram (Egipto)

«Ambiguous answers», por Immanuel Wallerstein, Al-Ahram, 24 de junio de 2005.