En las últimas semanas se abrió una polémica sobre el carácter de los actuales gobiernos progresistas o de izquierda de América del Sur. Sin embargo, la falta de información y el desconocimiento de los procesos que están detrás de cada gobierno, la personalidad e historia de cada presidente, la correlación de fuerzas internas en cada país, la realidad social, política y económica, la potencialidad de los sectores que sustentan cada gobierno, las particularidades propias de cada geografía, las vicisitudes geopolíticas y los intereses de la derecha para crear divisiones, ha llevado a una clasificación simplista entre buenos y malos o entre serios y populistas.

¿Pero qué mismo son los gobiernos progresista o de izquierda que han triunfado y siguen triunfando en las elecciones sudamericanas en los últimos años? Es necesario establecer diferencias que tienen mucho que ver con el entorno, la historia, el proceso que los llevó al gobierno, el discurso, las formas y el avance en la implementación de sus propuestas, pero no tanto en la concepción estratégica.

El gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, del que gran parte de la izquierda y los movimientos sociales de América Latina rehuían durante los primeros años por falta de información e incapacidad de analizar el proceso, ha pasado de un primer momento en que se dedicó a consolidar la correlación de fuerzas a su favor y por lo tanto mostraba ambigüedad en sus posiciones, a otro en el que las fuerzas ya están claramente definidas.

Entonces ahora sí va hacia la construcción de un nuevo modelo social, aunque sabe que no se puede descuidar y no debe dejar de seguir construyendo el poder con todo lo que eso representa en lo social, económico y militar. Pero además, el presidente venezolano parece conciente que hoy en día la transformación social pasa también por consolidar bloques integrados como la Comunidad Suramericana de Naciones a la que, entre otros, viene apostando. Y en esa construcción el petróleo es una gran ayuda.
Sin embargo, en el comienzo de su gobierno Chávez quería dar "buenas señales" y una imagen de persona "ponderada", y nombraba como Ministra de Hacienda a Maritza Izaguirre, la misma del presidente anterior Rafael Caldera, y defensora de un pensamiento neoliberal.

En su discurso de posesión del 2 de febrero de 1999, Chávez decía que en lo económico era urgente solucionar el déficit fiscal por lo que "la Ministra de Hacienda Maritza Izaguirre ha estado explicando a los venezolanos las medidas que en ese orden fiscal estamos preparando, la reducción del impuesto al consumo suntuario y ventas al mayor, por ejemplo, que es de los más altos en el continente, pero su transformación en un Impuesto al Valor Agregado y la ampliación de la base de recaudación es algo urgente; según nuestros cálculos, ahí pudiéramos recabar o incrementar la recaudación casi en un punto del Producto Interno Bruto, para ir haciendo manejable ese inmenso hueco fiscal que estamos heredando".

El presidente de Venezuela también trataba de despejar dudas a nivel internacional. "Desde su Majestad el Rey Juan Carlos de Borbón hasta el Primer Ministro Canadiense, desde el Presidente del Gobierno Español Don José María Aznar hasta el Presidente de los Estados Unidos Bill Clinton, el Presidente o Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional, el señor Camdessus, pasando por el Director del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo, del Club de París, con todos ellos hemos estado hablando en estos últimos cuarenta días; nosotros no hemos descansado y ustedes lo saben, buscando, viajando, hablando, tratando de convencer, primero: que yo no soy el diablo ".

Reiteraba además su confianza en la libre empresa y las fuerzas del mercado, llamando reiteradamente a la inversión extranjera, y declarándose a favor de la total apertura petrolera venezolana al capital externo. Explicaba que su proyecto no era estatista ni "al extremo neoliberal". "Estamos buscando un punto intermedio, tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea posible. La mano invisible del mercado y la mano visible del Estado, eso lo leí de usted, Presidente (Jamil) Mahuad cuando asumió su digno cargo allá en la hermana República del Ecuador", comentaba el presidente venezolano en su discurso al asumir.

El presidente de la General Motors de Venezuela, el estadounidense Michael Nylin, lanzaba elogios a Chávez, y decía: "seríamos más ricos como americanos y como seres humanos si adoptáramos una actitud de ayuda, soporte y asistencia" a Chávez.

Desde aquel comienzo con una ministra de economía neoliberal hasta el presente donde se trata de consolidar un modelo económico más equitativo y se empieza a profundizar en el cambio social intentando acelerar el paso, transcurrieron siete años. Y aunque paga puntualmente como ninguno la deuda externa hoy es considerado el gobierno más a la izquierda, y lo es más por su antiimperialismo que por las transformaciones sociales que sin duda están en curso pero todavía falta para que se consoliden. En el año 2000, cuando gran parte de los que hoy se dicen "bolivarianos" criticaban al gobierno Chavista escribí un artículo rescatando su proceso desde la rebelión de 1992 hasta la Constitución y las leyes Agraria y de Pesca, y poniendo énfasis en el valor de ciertas figuras históricas que daban sustento al proceso como José Vicente Rangel o Alí Rodríguez, a la postre los dos hombres que junto a Chávez vienen marcando el rumbo.

El proceso del Frente Amplio en Uruguay es distinto. Desde 1971 cuando se creó sufrió cárcel, muertes, exilios hasta asumir el gobierno en marzo de 2005. Y a pesar de que sufrió todos los avatares, pudo mantener la unidad de la izquierda. Pero ser gobierno no es lo mismo que ser oposición y el proceso que se lleva adelante no excluye las contradicciones propias de un momento de ardua disputa en la correlación de fuerzas. Si en Venezuela es muy importante el liderazgo de Chávez, en Uruguay es más importante el liderazgo compartido de diferentes sectores.

Si bien Vásquez está solo diez meses en el gobierno los logros son importantes. La decisión de solucionar el tema de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, aunque todavía falte mucho, es fundamental porque está llevando a la instrumentación de un relevo en las fuerzas armadas pensando en su reestructuración futura, en un país donde la mayoría de sus integrantes tiene una formación casi fascista. Pero eso no se hace de un día para otro.

Ni en Venezuela donde existían sectores nacionalista y Chávez conocía por dentro las fuerzas armadas se pudo cambiar enseguida. En Uruguay, un país muy marcado por la institucionalidad, los legisladores del Frente Amplio tuvieron que ejercer la mayoría para aprobar una ley según la cual todos los coroneles pueden ascender a general sin tener en cuenta la antigüedad. Eso permite que de a poco se vaya dando el ascenso de coroneles más democráticos y el pase a retiro de los más fascistas, y en el futuro se podrán tener mandos
distintos. Esa sola ley es un paso muy importante. Y por primera vez en la historia del país, el nuevo comandante en jefe suscribió acuerdos para proyectos sociales y obras con alcaldías. Otra ley fundamental es la ley de fuero sindical que prohíbe despedir a los trabajadores sindicalizados y que despertó la oposición de las patronales.

A eso hay que sumar como positivo el plan de emergencia que, con dificultades por el manejo un tanto burocrático, instrumenta salidas urgentes a la crisis que padecen importantes sectores de la sociedad, y que se complementa con la puesta en marcha de un proyecto de apoyo a la producción nacional, el fomento de la microempresa y el microcrédito, y la instrumentación de proyectos productivos entre el Estado y los trabajadores, como el de plantación de caña de azúcar par alcohol combustible. En la política internacional ha priorizado el fortalecimiento del MERCOSUR y de la Comunidad Suramericana de Naciones. Los acuerdos energéticos y petroler
os, así como los proyectos económicos y sociales con el gobierno de Venezuela son otra muestra de esos avances en el camino de un cambio.

El camino de Evo Morales, que recién comienza, parece similar al de Chávez pero a pesar del discurso ha decidido a manejarse con prudencia por eso su gabinete también está integrado por empresarios, ya envió un mensaje de respeto a las inversiones extranjeras, intenta una convivencia con las fuerzas armadas que en Bolivia son un poder fundamental y tienen una formación similar a las del Cono Sur y propone buenas relaciones con Estados Unidos. El gabinete ministerial está integrado por gente de la izquierda tradicional, de los nuevos movimientos sociales, técnicos un tanto "pragmáticos" y un importante empresario de Santa Cruz. "Se trata de un gabinete “sui generis”, muy al estilo del presidente Morales, y bueno comenzaremos a trabajar con ellos", comentó Bernard Abendroth, presidente de la Federación de Empresarios de La Paz. En todo caso tiene a su favor el apoyo mayoritario de la población lo que le da cierto respiro para iniciar los cambios.

En Brasil Lula, que ganó las elecciones de 2002 con el apoyo de sectores industriales, en lo interno no pudo torcer la correlación de fuerzas a favor de los sectores populares, y las transformaciones sociales aspiradas no llegaron aunque el Plan Hambre Cero funcionara a medias, la entrega de tierras a los campesinos sin tierra haya sido mayor que durante otros gobiernos y los créditos a los sin tierra asentados hayan aumentado considerablemente. En lo internacional en cambio, ha consolidado una posición que se enfrenta a Estados Unidos fortaleciendo el camino de unidad Sudamericana. En eso ayuda la posición nacional de la burguesía y las fuerzas armadas brasileñas, que siempre han trabajado por consolidar el poder político y económico de su país en América del Sur. La asunción de Evo tal vez pueda consolidar una alianza con Bolivia en la que Petrobrás se fortalezca.

Néstor Kirchner que ha iniciado un trabajo externo volcado hacia América del Sur, al igual que Brasil renegoció la deuda externa de su país con éxito, ha logrado sacarlo de la crisis, profundizo en el juzgamiento a los violadores de los derechos humanos y ensaya cambios a nivel militar y judicial. Pero todavía no se han producido transformaciones sociales. En tanto que la elección de Michele Bachelet en Chile aporta con una mirada más volcada a lo social que sus antecesores.

Pero un signo del cambio que puede consolidarse en América del sur con los gobiernos actuales es el proyecto del gasoducto que saldrá de Venezuela y atravesará Brasil y Uruguay hasta llegar a Argentina y las posibles alianza de defensa. Pero también existen intereses y asimetrías que se deben resolver. Las diferencias de hace algunos meses atrás entre Brasil y Argentina llevó a un congelamiento en las relaciones hasta que Lula bajó su protagonismo y le permitió a Kirchner ser figura durante la última Cumbre de las Américas en la que el MERCOSUR dijo no al ALCA. Con la mediación venezolana ahora son nuevamente buenos amigos.
Las diferencias actuales entre Uruguay y Argentina por la instalación en el primero de dos plantas de celulosa crean un nuevo problema.

La argumentación desde Argentina de oposición a la construcción de las plantas por razones ecológicas no es muy veraz ya que no se ha hecho nada por eliminar las que tienen dentro de su territorio si no más bien devela el interés de que se construyan en Argentina. Ante la inercia del MERCOSUR el Ministro de Encomia uruguayo, quien tiene una visón neoliberal de la economía, lanzó la posibilidad de firmar un TLC con Estados Unidos, lo que obviamente fue descartado por el canciller y otros ministros de peso, dirigentes del Frente amplio y por el propio presidente Tabaré Vásquez. Sin embargo, fue una muestra de que el olvido de las asimetrías puede fomentar posiciones que van contra la unidad de proyectos supuestamente afines.

El pago coordinado de la deuda externa de Brasil y Argentina con el FMI dejando de lado al MERCOSUR y particularmente a Uruguay, que se supone socio "afín políticamente" también mostró las debilidades del bloque.
El proceso de consolidación de los gobiernos de izquierda en América del Sur todavía está en camino.

No es una cuestión de buenos y malos o de que unos defrauden y otros no. La consistencia de los mismos dependerá de la correlación de fuerzas internas (donde muchas veces se encuentran enfrentados a la derecha y a sectores que quieren los cambios en forma más urgente como si se tratará de revoluciones), del apoyo que se puedan brindar entre sí, la movilización social y la profundización de una verdadera integración.

Fuente
Tintají