El ofrecimiento de una tregua hecho recientemente por Osama bin Laden enardece la imaginación de los antibelicistas en Estados Unidos y los hace levantarse, cruzar los dedos y ponerse a soñar con el momento en que las tropas estadounidenses caerán en los brazos de sus opositores iraquíes y afganos y regresarán a casa.
Eso parece muy sencillo. Ellos dejan de bombardear a los nuestros y nosotros dejamos de bombardear a los suyos. Organizamos una serie de negociaciones para la Historia, proclamamos nuestra victoria y nos retiramos. Eso significa, a grosso modo, lo que hicimos para salir del empantanamiento vietnamita.
Eso parece sencillo pero la situación en el Medio Oriente es diferente a la de Vietnam en un punto fundamental. Para los hombres de poder que definen la política exterior de Estados Unidos, el objetivo del juego, el precio, el trofeo no es la paz. Incluso no se trata de la democracia en el Medio Oriente. Para decirlo de forma brutal, la tregua con Bin Laden no aporta nada en lo absoluto a los intereses de Estados Unidos. Claro está, pondría fin a la matanza, pero los objetivos geoestratégicos de Estados Unidos no se alcanzarían. Para comprender esto, podemos sacar una lección de la historia de nuestro país.
La situación entre España y Estados Unidos que culminó en la guerra hispano-americana a fines del siglo XIX es análoga a los objetivos de Estados Unidos en el Medio Oriente a inicios del siglo XXI. En 1898, enfrentada a la perspectiva de una guerra con Estados Unidos, España, debilitada y aislada, aceptó rápidamente todas las condiciones norteamericanas, concediendo la independencia a Cuba, organizando la reforma agraria y estableciendo un gobierno electo. Para el presidente estadounidense McKinley, esta derrota diplomática española era una catástrofe. Su gobierno, en manos de los grupos industriales de presión, no tenían por objetivo defender los intereses económicos norteamericanos en Cuba, sino que su objetivo iba más lejos, las colonias españolas en el Pacífico: Guam, Puerto Rico y las Filipinas, los «escalones hacia China». Si España cedía sobre el asunto cubano, ya no había razón para declarar la guerra y apoderarse de esas colonias. Por tanto, McKinley pidió inmediatamente al Congreso que declarara la guerra a España y adelantó dos días la fecha de la declaración para que diera la impresión de haberse realizado antes de que España aceptara las demandas.
La similitud con la situación actual es que la administración estadounidense actual no quiere otra cosa que no sea el control total sobre los recursos del Medio Oriente –la llave de petróleo– y la tregua con Bin Laden la privaría de un argumento para alcanzar ese objetivo. Tanto los republicanos como los demócratas, están de acuerdo en que la cuestión del control de los recursos petroleros mundiales, cada vez más escasos para Estados Unidos, es vital para el país y prima sobre todas las demás consideraciones y estrategias. Lo demás es lentejuelas y cortinas de humo. La guerra contra el terrorismo, Homeland Security, Guantánamo, la Patriot Act, los soldados muertos por la Patria, las víctimas iraquíes, los déficits presupuestarios gigantescos –todo eso es secundario y no cuenta. La clase política estadounidense en su conjunto está de acuerdo en que si Estados Unidos, en este momento crítico de su historia, no hace nada por apoderarse de los últimos recursos petroleros todavía disponibles en el mundo, serán China o Rusia las que lo hagan. Y todo el mundo está de acuerdo en impedírselos, no importa el precio que tengan que pagar por ello.
Osama bin Laden sabe todo eso, sabe que si no son los Estados Unidos los que se apoderan de los recursos petroleros, otras naciones lo harán en su lugar. Por consiguiente, sabe muy bien que su propuesta de tregua sólo puede encontrar un silencio embarazoso. Mientras que el péndulo geoestratégico se aproxima cada vez más al momento fatídico, sus llamados que alternan la yihad global y ofertas de buena voluntad, muestran claramente hasta qué punto es un cándido soñador que vive en un mundo desconectado de la realidad.

Fuente
Selves and Others (Estados Unidos)

«Osama’s Fantasy World», por William Schroder, Selves and Others, 27 de enero de 2006.