Alvaro Uribe, presidente de Colombia.

La frasecilla se la han atribuido a Cornelius, Voltaire, Maquiavelo, Francis Bacon, Shakespeare, Moliere y, más entrados en parroquia, hasta al mismísimo Laureano Gómez: «Calumniad, calumniad, que de la calumnia algo queda». Seguidores del consejo no han faltado, pero pocos han intentado la carambola de una cortina de humo como Juan Manuel Santos, jefe del Partido dela U, al hablar de supuestos “coqueteos” oposicionistas entre las Farc y el ex uribista Rafael Pardo, cuando el tema en cuestión era el veto de su colectividad a senadores con presuntos vínculos paramilitares.

La versión la ratificó la mismísima Casa de Nariño, anunciando “pruebas” aún invisibles. El objetivo de desviar la atención del asunto central es evidente, pero no casual, y demuestra que el arsenal de armas políticas de la “U” incluye los artilugios que enseña la propaganda. Basta recordar cómo este nuevo partido (en el gobierno) pasa por encima de las prohibiciones vigentes para la publicidad en campaña con sus vallas alusivas al caudillo, con la “creatividad” como coartada.

Esta herramienta, a la par con el mercadeo electoral, se perfila como favorita para mantener la percepción nacional de un triunfo reeleccionista por adelantado (como ya se vislumbra en la lectura de encuestas); y ya hilando más fino, en el intento de descalificación de Pardo. Como si fuera poco, castigando de paso al hoy precandidato liberal por haber abandonado las filas uribistas, después de haber sido él mismo el primero de la línea.

Qué tan eficaz ha resultado la táctica, puede medirse por el tiempo y el espacio dedicado por medios al presunto affaire Pardo-Farc. Al margen de la atención mediática lograda, y al considerar “inverosímil” el supuesto hecho, el ex magistrado y aspirante presidencial del Polo Democrático Alternativo, Carlos Gaviria Díaz, atinó a denunciar en un comunicado público: “Es preocupante que en lo que tiene toda la apariencia de una guerra sucia, tenga protagonismo el Jefe del Estado, cuya ambigua condición de Presidente de la República y candidato presidencial puede crear situaciones aún más perversas”.

Una lectura entre líneas del uso de esta treta, denota que en las filas de la “U” ronda la idea de un triunfo fácil debido a la popularidad del líder. Esto sumado a una estrategia encaminada a reforzar la sensación de que no hay nada qué hacer sino votar por Uribe, pues va a ganar; que los demás no cuentan, y que si surgiere alguna descalificación, la habrá mayor en el bando contrario.

Otro ángulo para analizar la cortina de humo es el “ataque defensivo”, esto es, las garras en guardia cuando se prevé el zarpazo contrario. En ese caso, quedó en evidencia que el tema de la infiltración paramilitar es un asunto sensible, al que se responde con toda la artillería. Entonces, tal vez sea éste el “Talón de Aquiles” que tanto le han buscado a la “U” y a su caudillo, los expertos en mercadeo electoral de la oposición.