La Mara, riesgo para la seguridad pública
Y también para la seguridad del estado nacional
Su organización, similar a una guerrilla


De los medios migratorios mexicanos, que encabezará a lo largo del gobierno de Felipe Calderón la ex senadora del partido PAN con fama de eficaz Cecilia Romero, salió de manera oficiosa una información que se ha difundido ya en México, de la que vamos a dar cuenta al lector. Se trata de nuevos y sorprendentes datos sobre el peligro que entraña para la seguridad pública, e incluso para la seguridad del estado nacional, la banda de delincuentes conocida como la Mara Salvatrucha, datos que enseguida comento.

Un diseño de control de población marginada como son las maras, si bien fue pensado por un antiguo funcionario del Departamento de Estado norteamericano, Otto Reich, y aplicado por militares salvadoreños, es dudoso que la administración demócrata lo detenga. Un instrumento de debilitamiento de las zonas fonterizas de la
zona sur del mundo se adecúa a los propósitos de la Fundación Carter.

De tal manera, se complementan sus programas de control indigena, de minorías y de novedades religiosas.

De acuerdo con la investigación, los miembros de la Mara Salvatrucha se han vuelto cada vez más violentos, pues de pandilleros juveniles callejeros han pasado a formar parte de grupos terroristas, de narcotraficantes, del crimen organizado y de mafias dedicadas al secuestro, robo de vehículos o al tráfico de armas.

Para nadie es un secreto que las maras fomentan este tipo de conductas en las sociedades de los países centroamericanos y, por supuesto, también en México, sobre todo en el estado de Chiapas.

La marización americana representa, asegura el periodista Héctor A. González, un riesgo para la juventud. Como ejemplo en tal sentido, basta con recordar que según las estadísticas de los Centros de Rehabilitación Social de Chiapas, el 70 por ciento de los integrantes de las bandas de la Mara Salvatrucha que se encuentran en las cárceles estatales son de nacionalidad mexicana, a diferencia de los años
anteriores cuando la nacionalidad dominante de las bandas era hace apenas dos años la salvadoreña.

En fecha reciente estuvo en México el presidente de Honduras, Manuel
Zelaya Rosales, quien hizo algunos señalamientos nada novedosos pero que deben ser tomados en cuenta por las autoridades encargadas de la seguridad pública: las Maras han dejado de ser simples pandilleros para convertirse en importantes miembros del crimen organizado.

El gobierno entrante deberá poner atención a nuestra frontera sur, regiónolvidada por el gobierno foxista sólo preocupado por las críticas de la Casa Blanca sobre la creciente violencia prevaleciente en las entidades del norte del país como Tamaulipas, Baja California y Nuevo León.

Pero esa inseguridad y ola delictiva existe también, en extremos
preocupantes, en Guerrero y Michoacán, donde las narcoejecuciones han puesto en jaque a las autoridades.

Hay más: muchas corporaciones policiales en los ámbitos municipal y
estatal han visto mermado su número de elementos en activo debido a la embestida emprendida por el narcotráfico. De acuerdo a testimonios
recibidos en el Instituto Nacional de Migración aseguran que existen maras en la mitad del territorio nacional, lo que demanda acciones no sólo en materia de seguridad pública y nacional, sino también en el ámbito migratorio, lo que exige una reforma de ese servicio, ahora dominado por la ineptitud y la corrupción.

En la capital mexicana se encuentran maras en los barrios de Iztapalapa y Gustavo A. Madero; también se han establecido en el Estado de México, en los municipios de Ecatepec y Nezahualcóyotl. Pero su presencia es mucho más acentuada en Chiapas, Tabasco, Veracruz, Oaxaca, Quintana Roo, así como en las ciudades fronterizas de Tijuana, Ciudad Juárez, Reynosa y Nuevo Laredo. Algunos investigadores coinciden en que la Mara Salvatrucha es similar a una guerrilla, en la cual nadie es indispensable. La diferencia es que la guerrilla está animada por una ideología, o presume de tenerla, mientras la Mara Salvatrucha sólo cuenta con un enorme rencor social, sabiamente aprovechado por sus organizadores, y un código de vida y muerte, del cual el crimen organizado trasnacional se ha aprovechado.

La base de operaciones de esta peligrosa banda delictiva trasnacional
continúa siendo el sur de Estados Unidos, donde se encuentra en más de 27 ciudades, pero también en la frontera sur colindante con Chiapas, así como en Guatemala y El Salvador y otras áreas centroamericanas.

La Mara Salvatrucha y su rival Barrio 18 son, en la actualidad, un
problema de seguridad pública, pero están a punto de convertirse en uno de seguridad nacional si no se les combate de manera inmediata.

Al respecto, el Instituto Nacional de Migración indica que la atención a
este problema no debe darse de la manera como se enfrenta en
Centroamérica, mediante operativos policiales y militares, sino con
medidas preventivas, es decir, atendiendo las demandas de miles de jóvenes en materia de empleo, educación, deporte y salud.

Lo más grave de esta invasión de pandilleros centroamericanos es que los jóvenes mexicanos están imitando sus hábitos, gestos, vestimenta y, lo peor, sus prácticas delictivas.

El fenómeno de la maramanía se da en los sectores marginales de las zonas conurbadas de las ciudades, donde no hay una presencia de grupos como Barrio 18 o los cholos, grupos delictivos activos en la zona norte de México.

También debe atacarse el problema a través de la cooperación
internacional, en este caso el camino más recomendable, pues no sólo se trata de un problema exclusivo de México, sino que involucra a otros
varios estados de la región.

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