Manu es un buscador apasionado de las diferentes expresiones, no solo musicales sino también culturales. Ha aportado su sello inconfundible a la música mestiza y festiva, dejando huellas imborrables, que procedieron de sus giras por África y América Latina. Manu transformó ritmos de aires tranquilos en una gigantesca fiesta, adaptaciones de clásicos merengues y muchos temas nuevos con un mensaje constante: optimismo y esperanza, y una impresionante energía en la escena.

Aprovechando su estadía en Bogotá, lo abordamos para conversar sobre la cultura, lo social, la lucha...

desde abajo (da). A partir de considerar su carrera artística y lo que ella representa para miles de personas en todo el mundo, nos puede precisar: ¿la música es un fin o es un medio?

Manu Chao (Manu): Siempre es un medio, el fin es infinito. Bueno, no sé que es el fin. Para mí, lo importante es cada día, y la música es un medio de catarsis personal. Aguantar este mundo y saber con claridad qué hago en este planeta. Pero además es un medio de comunicación, de llegar a la gente, y en eso estamos tú y yo.

(da) ¿Cómo hacer música sin caer en la comercialización, sin perder su sentido social, como sucede en la actualidad con muchos artistas?

Manu: Bueno, depende del lado desde donde lo veas. Hay miles de maneras de hacer música, de vivir de ella. Hay gente que hace música para ganar dinero; otras por simple amor a la música.

Luego, si hablamos de lo que es el “mercado” de la música mundial, pues la verdad es que el panorama es bastante patético, tan solo es objeto de comercio. Al entrar a internet, veo en el gran business de la música, las grandes disqueras quejándose de la piratería, de Internet. Dicen: es inaceptable. Pero en realidad todo es una hipocresía. Creo que el problema no está en la piratería, está en las grandes empresas que son las mismas; pues ellos mismos venden los aparatos para piratear música. ¿Quién gana dinero con esto? Las multinacionales. ¡Por un lado se quejan, pero por el otro hacen dinero por montones!

(da) ¿Por qué eligió la música como medio para manifestar sus puntos de vista?

Manu: Yo no sé… a lo mejor son casualidades de la vida. Una pasión. Me apasioné por ella y la pasión no se analiza, o por lo menos yo no lo concibo. Bueno, creo que escuchar, empezar a tocar en la banda del barrio, luego la banda del barrio desesperada por buscar un cantante y no encontrábamos...y me cayó a mí... el más bajito, estaba bien y tranquilo. Me tocó cantar, y así empecé; luego me acostumbré y me gustó, sobretodo escribir letras. Es una pasión que no se explica. Llevo más de 20 años en la música, y por ahora la pasión sigue.

(da) Bueno, en un contexto más amplio, ¿cuál es la razón del compromiso que reflejan sus letras con las causas más populares?

Manu: Creo que como está el mundo, no se puede estar sereno en tu vida, en el día a día. Ocurren tantas barbaridades y tantas cosas inadmisibles que no te permiten estar relajado. No es posible pasar indiferente.

(da) ¿Qué anhela lograr con su compromiso?

Manu: ¡Ser feliz! Pero no puedo serlo si otros no lo son. Quiere decir esto que aspiro al derecho a la felicidad. Para eso tienes que saber que toda la gente debe contar con cosas básicas para ser feliz. Y por desgracia no estamos así en el mundo. Entonces, hasta que no llegue ese momento, estamos en la lucha. Cada uno a su nivel, y donde esté: siempre hay que portar una cierta energía positiva y cierta dedicación al hecho que un día tengamos el derecho a ser feliz. Y ese derecho habrá que ganarlo.

(da) ¿Qué opina usted del desarrollo de las fuerzas sociales que vive Latinoamérica?

Manu: Latinoamérica es un laboratorio de esperanza. En estos últimos años sale de sus países una fuente de esperanza política. Lo contrario de Europa, donde se gira a la derecha. África, por desgracia, vive un desastroso proceso de corrupción. Los procesos que vive América Latina serán largos, porque no se cambian las cosas al día siguiente, se necesita mucha dedicación.

(da) ¿En cuantos y en cuáles eventos antiglobalización ha intervenido musicalmente?

Manu: No los contabilizo, pero creo que estos eventos antiglobalización son casi una actitud a diario. Hubo puntos así supermultidinarios. Se puede hablar de Génova, que fue una fecha importante porque tuvo momentos superduros. El que marcó últimamente fue el encuentro de Mar del Plata. Y luego, a nivel local, que me parece a mí lo más importante, porque hay que cambiar las cosas a nivel local.

Creo que en lo local es donde podemos cambiar las cosas. No creo que los cambios vendrán de arriba, hay que cogerse las habas y de abajo. Yo no creo en una gran revolución que va a cambiar las cosas, me parece muy utópico. Creo en miles y miles de revoluciones de barrio, juntándose unas a otras se hará la diferencia. Ni tú, ni yo, ni nadie que esté aquí sentado puede cambiar el mundo, pero en su nivel, en su barrio, nadie tiene excusa. Todo el mundo tiene acceso a su barrio, a su pueblo o a su aldea. Y ahí es donde hay que ponerle energía, porque puede llegar ha cambiar las cosas desde uno mismo, desde su familia. Cada uno a ponerse las pilas en su entorno y a lo que llamo el vecindario.

(da) ¿Por qué el interés por la combinación cultural en sus canciones?

Manu: Nací en Francia, en la periferia de París. Y ahí aprendí la cultura francesa, pero en la periferia, donde el 70 por ciento de la cultura, por la inmigración, es árabe. Entonces, esa cultura, a la hora de la música, lleva una mezcla que teníamos en el barrio, no era algo de afuera. La primera vez que entré en África negra fue en mi barrio, en la casa de mis amigos, con las abuelas, las madres, que no olvidan su origen. No crecí en una realidad ya hecha, en una cultura ya definida, eran miles de culturas mezclándose y yo ahí. En el flan que hablamos de barrio, es un lenguaje mezclado de multiculturalización.

(da) ¿Qué concejo daría a los jóvenes que quieren iniciar una carrera musical sin dejar el compromiso social?

Manu: Bueno, creo que el compromiso social no tiene nada que ver con que seas músico, panadero, pescador, campesino o intelectual. Es como tu quieres compartir con tus vecinos. En el caso de la música, el compromiso social está por encima. Es igual con el periodismo, entras en un oficio donde cada día vas a enfrentar al hecho, que va a hacer muy difícil tratar de compaginar tu trabajo con el compromiso social porque la sociedad te pide unos sacrificios, depende de ti si los aceptas o no. A lo mejor un día, si eres periodista, te vas a poner a trabajar en un periódico donde te van a pagar un montón de plata, pero donde no te dejarán decir lo que tu quieras. Ahí se probará tu compromiso social para decir, acepto o no acepto. Eso pasa en la música, en el periodismo, en todo.