El pasado 26 de abril los ecuatorianos participaron activamente en el proceso eleccionario para designar a los nuevos gobernantes, autoridades y legisladores: Presidente y Vicepresidente, 23 prefectos y viceprefectos provinciales, 15 asambleístas nacionales, 103 asambleístas provinciales, 221 alcaldes, 1023 concejales urbanos y 542 concejales rurales. Los compatriotas residentes en el exterior: Europa, Estados Unidos, Colombia, Venezuela, tuvieron la oportunidad de elegir al primer mandatario y a los 6 asambleístas representantes de quienes se encuentran en calidad de inmigrantes en esos países.

De los resultados obtenidos de distintas fuentes, en el caso de las prefecturas se pudo conocer que de las 24 provincias ecuatorianas 7 prefectos corresponden al movimiento político de gobierno. La izquierda revolucionaria, por su parte, conocida por su consecuencia y lucha, también tiene buenos resultados. Otros, producto de alianzas de movimientos políticos coyunturales, no aparecen como una oposición clara para el gobierno. El régimen está mostrando con cifras ser la mayor fuerza del país, como se observa en la cuadrícula y gráfico siguientes:

El Partido Social Cristiano (PSC), que aparece como una fuerza opositora al gobierno central y a la tendencia de cambio en la región costera, muestra a Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, como el ave fénix de los socialcristianos, que se encuentran casi en cenizas en el cantón. A él supuestamente se sumarían Carlos Falquez, alcalde de Machala, y Johny Terán de Babahoyo, pertenecientes al PSC, y junto a ellos estaría Jimy Jairala (UNO – PSP), quien se autoproclamó ganador y prefecto del Guayas, y que pese a ser ambiguo en sus declaraciones, dice ser aliado del alcalde Nebot y crítico contra el régimen.

En un escenario nada conveniente para el país, estos personajes podrían sustentarse en la nueva Constitución para tratar de dividir el territorio ecuatoriano, y convertir en un Estado aparte la región formada por las provincias de Guayas, El Oro y Los Ríos, con autonomía política y administrativa. No son desconocidas las aspiraciones divisionistas de esta fuerza oligárquica, que se ha refugiado en Guayaquil para convertirla en su fortín de ataque a las transformaciones revolucionarias que reclama el Ecuador.

De los resultados obtenidos de varias fuentes, así como del Consejo Nacional Electoral, estas cifras podrían cambiar. En las provincias se continúa contando los votos y revisando las actas correspondientes, lo que significa que probablemente los resultados sean más favorables para el régimen, y un gran revés para la oposición sin propuestas, que lidera el ex coronel Lucio Gutiérrez y sus súbditos. En el tema local, el PSP no tendría mayor fuerza que la que ha tenido hasta hoy. Habrá que ver cómo actúa en este período y qué hacen los pueblos para evitar su crecimiento.

De los alcaldes que hasta esta fecha se conocen, sólo el de Guayaquil, Jaime Nebot, representa la oposición visceral y radical al régimen, mientras los que se reeligen y otros nuevos, sin ser del Movimiento Alianza País, no presentarían mayores cuestionamientos al primer mandatario y su política, porque la atención y la visita a los sectores alejados del país se han observado en estos dos años de gobierno; las asignaciones han llegado en forma puntual, las nuevas vías de acceso se han hecho realidad en unos casos, y en la mayoría han sido reparadas las ya existentes.

Para este nuevo período, el gobierno tiene muchas obras por hacer, y las fuerzas oligárquicas tratarán de presionar para que los recursos se orienten únicamente a sus sectores, dejando desatendidas las demás regiones del país. Esto solo se podrá evitar con una acción permanente de los pueblos, con una visión unitaria del país, con desarrollo solidario y equitativo. El cambio debe imponerse.