El deterioro ambiental es producto de esa explotación que sistemáticamente vienen ejerciendo las sociedades industriales, y que continúa con la expropiación del espacio ecológico de las naciones menos desarrolladas y marginadas que tienen mayor riqueza natural; como la Argentina.

Muchas de estas tecnologías parches están a décadas de distancia de ser una herramienta viable para países como el nuestro (como para casi toda Latinoamérica), y poder acceder a ellas sería factible con mayor endeudamiento a un cambio de profundizar la dependencia energética hacia alternativas de combustibles no-fósiles.

Al mismo tiempo, es cada vez más evidente que la alternativa a dedicar más tierras a la producción de biocombustibles significa menos espacio destinado a cultivar alimentos y más inseguridad alimentaria para todo el mundo; es evidente que el actual paradigma mundial de crecimiento tecnológico y económico es el mayor obstáculo a cualquier esfuerzo serio para abordar el problema del cambio climático.
Cuando el modo de producción tiene como elemento principal la conversión de la naturaleza viva en mercancías muertas -causando enormes pérdidas durante el proceso-, y se basa en el consumo incansable y desmedido es imposible pensar que el capitalismo pueda sobrevivir al cambio climático; es estúpido imaginar que se puede superar dentro de éste orden mundial.

Convencidos de esta interrelación, la pregunta que queda rebotando es si el cambio climático es, al mismo tiempo, una amenaza y una oportunidad para impulsar las reformas sociales y económicas que han sido saboteadas por quienes pretenden preservar o aumentar sus privilegios.

Si es una forma efectiva de concientizar que la única respuesta posible a la salud del planeta es un sistema económico y social basado en la justicia y en la igualdad; no en las extracciones de renta de tipo feudal o en la acumulación de capital o en la explotación de clase.

¿Sobrevivirá el capitalismo al cambio climático? La respuesta sólo la tienen las fuerzas sociales capaces de desatar la tempestad que ahogue a este sistema y logre que otro florezca. Quienes puedan unirse para desatar la tormenta perfecta.

Fuente
Motor de Ideas (Argentina)