Es importante tomar en cuenta que en aquellas grandes naciones capitalistas donde tanto se habla de los derechos ciudadanos, no existe para la gente común la más mínima oportunidad de ser escuchada a la hora de apuntalar el sistema, intentar sortear las crisis, y poner en buen recaudo a los “pilares” del capitalismo, léase los tahúres de las bolsas y las finanzas.
Así, cuando en 2008 estalló en la primera potencia imperial el caos bancario, crediticio e inmobiliario que luego afectaría al resto del planeta, ningún pobre diablo fue consultado para poner en manos de los poderosos las arcas públicas mediante multimillonarios planes de rescate que endeudaron a no pocas naciones.
Ni en los Estados Unidos ni en Europa los intereses populares estuvieron sobre la mesa. Como era de esperar, y es común en las economías de mercado, los que sobreviven de vender la fuerza de trabajo no cuentan demasiado. Así las cosas, la cuchilla solo degolló a los de abajo.
Según los más recientes reportes, en el Viejo Continente el desempleo supera hoy el 9,5 por ciento de la población económicamente activa y hace especial mella entre los jóvenes que acceden al mercado laboral.
En la primera potencia económica del orbe, mientras tanto, la cifra de brazos caídos ronda el 10 por ciento y, según el decir de los barones de las bolsas en su juego especulativo, los dígitos sobre empleo están resultando “menos alentadores que lo esperado.”
De hecho, rezaban agencias de prensa durante el pasado mes de mayo, “las nóminas no agrícolas norteamericanas crecieron en 431 mil puestos, el mayor avance en más de 10 años”, pero la contratación eventual para un censo recién organizado por la Casa Blanca representó 411 mil de esos empleos.
En realidad la economía local apenas impulsó “la decepcionante cifra de 20 mil puestos de trabajo”, y para usar la propia monserga de los negociantes, ello implica que la “recuperación” está aún en ciernes desde la debacle de hace 24 meses.
De muy cerca llegan también las visiones más objetivas, por no decir pesimistas. Según Harm Bandholz, economista jefe de la UniCredit, de Nueva York, las nóminas norteamericanas caerán para el cierre de junio porque la Oficina del Censo despedirá para esa fecha a unos 250 mil trabajadores de los contratados para efectuar el conteo poblacional que se realiza cada dos lustros.
Adicionalmente, precisó la fuente: “creemos que la tasa de desempleo subirá de nuevo hacia el 10 por ciento en el verano boreal, debido a una combinación de nóminas más débiles y un incremento de la fuerza laboral".
Y como acceder al trabajo decente y seguro constituye, según las legislaciones internacionales, prerrogativa humana de primer orden, veremos si alguno de los involucrados en semejante entuerto puede reiterar sin rubores esa manía de proclamarse adalid de los derechos humanos universales y juez supremo en tan delicada materia.
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