La actuación de dos o tres hombres encapuchados, armados con fusiles de guerra que al grito de “Allahu Akbar” (Dios es grande) acribillaron a las víctimas con una estricta sincronización militar, fue juzgada con la rapidez del relámpago con la hipótesis más simple: “son islamistas”, musulmanes ofendidos por las portadas donde se ridiculizaba la figura de Mahoma, algo que no sucedía por primera vez en ese semanario.

Semejante baño de sangre no resiste la rapidez de las conclusiones elaboradas por la inteligencia francesa, que de inmediato salió a la caza de “sospechosos”; fueron publicadas fotos de dos hermanos franco-argelinos, que terminaron muertos 2 días después, algo muy conveniente para no conocer la verdad.

Todo esto sucedió en el marco de versiones del poder mediático que hablan de un “comando” ligado a Al Qaeda o al Estado Islámico. Nadie puede desconocer en estos momentos que tanto Al Qaeda como el Estado Islámico y otras organizaciones terroristas y mercenarias están siendo utilizadas por los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Israel, Gran Bretaña y otras potencias, para llevar adelante las guerras coloniales, destinadas a imponer el plan geoestratégico de lo que llaman un “Oriente Medio Ampliado” y controlado.

Al Qaeda o los talibanes de Afganistán, utilizados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por su sigla en inglés) estadunidense en su guerra contra la extinta Unión Soviética en ese territorio, eran enemigos declarados de Irak, de Libia, como del actual gobierno sirio, todos estados no confesionales. Pero llegaron a Irak, Libia y ahora a Siria de la mano de las fuerzas militares de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Por lo tanto si este comando brutal pertenece a algunas de estas invaluables creaciones de los servicios de inteligencia de las potencias, habría que buscar a los responsables intelectuales del hecho y descartar un atentado de bandera falsa, como los que se han utilizado para aterrorizar al mundo en los últimos años.

De la misma manera debe revisarse la historia del terrorismo de las décadas de 1960, 1970 y 1980 en Europa, tiempos en que la OTAN manejaba ejércitos secretos de mercenarios en toda esa región.

La severa investigación del académico suizo Daniele Ganser, Los Ejércitos Secretos de la OTAN, realizada con base en fuentes de investigaciones parlamentarias, informes de investigación, juicios, documentos y entrevistas le permitieron rastrear la red, que en Italia actuó bajo el nombre de Operación Gladio y con otras denominaciones en la mayoría de los países europeos. Los ejércitos secretos de la OTAN cometieron crímenes, y atentados terroristas, dejando centenares de víctimas, atribuyendo luego estas acciones a algunas organizaciones radicales de la izquierda europea que actuaban en esos años, como se comprobó.

Quedó establecido de la misma manera que las inteligencias estadounidenses (Agencia Central de Inteligencia, CIA por su sigla en inglés) y británicas (SIS o M16), encabezando a las de otros países europeos, crearon estas redes secretas que asumieron el terrorismo como método.

“Esta meticulosa, concienzuda e incisiva investigación revela por primera vez la lúgubre historia, la dimensión y las amenazas que significan los ejércitos secretos creados por la OTAN”, escribe Noam Chomsky en la contraportada del libro de Gánser (El viejo topo, 2005).

La OTAN está seriamente implicada ahora en la creación de grupos supuestamente “rebeldes” integrados por mercenarios (ahora llamados ejércitos privados) que utilizaron para crear parodias de guerras civiles en los países que invadieron y ocuparon en este siglo, en nombre –falsamente invocado– de la “democracia” y “los derechos humanos”.

Al menos cuatro genocidios se han cometido en este siglo, y crímenes de lesa humanidad como lo reconoce el último resumen publicado en Washington con relación al uso de la tortura, que revela sólo algunas páginas del informe sobre la ilegal actuación de la CIA en ese país y en el resto del mundo.

Cuando suceden hechos como estos terribles atentados en Francia, hay que evaluar cuáles son los objetivos. Hay varias líneas a debatir en este caso. ¿A quién favorece este terrible atentado, hecho en que han perdido la vida periodistas, dibujantes prestigiosos, incluyendo el director de ese medio, lo que significa un ataque al corazón de la cultura francesa?

Se podrá decir que los fundamentalistas islámicos no hacen este tipo de análisis, pero por eso mismo resultan los mejores cuadros que reclutan las potencias, para conformar una maquinaria de guerra constante que necesita el poder hegemónico con la finalidad de recordar a Europa que debe acompañar su expansión bélica por todo el mundo, disfrazada de “acciones a favor de la humanidad”.

Es necesario recordar que en estos últimos tiempos hubo diversas demandas políticas y populares reclamando una explicación a los gobernantes europeos, que gastaron cifras millonarias en las guerras de la OTAN y destinaron tropas, mientras los pueblos fueron dejados a la deriva bajo la aplicación de políticas neoliberales, ya fracasadas en el mundo y derrotadas en América Latina. Las consecuencias de la aplicación del neoliberalismo rampante sobre cualquiera de los pueblos del mundo deja miles de víctimas. De hecho actúa como una metodología terrorista de exterminio de poblaciones, de asimilación y de control cultural.

Por estas horas nadie recuerda que el 9 de enero de 2013 París fue también escenario de otra masacre, en que fueron asesinadas tres activistas kurdas exiliadas en Francia en un atentado en el Centro de Información Kurdo de París. Un analista del Kurdistán recuerda que

“el asesino material fue encarcelado tiempo después, pero la responsabilidad de los servicios de inteligencia de Turquía, que llevan a cabo un genocidio y guerra sucia contra el pueblo kurdo hace más de 35 años, no fue siquiera mencionada, como tampoco lo fue la responsabilidad de los Estados francés, alemán y belga, cuyos servicios de inteligencia, está demostrado, tuvieron conocimiento y al menos una participación cómplice en el triple feminicidio”.

Es importante unir ambos hechos, especialmente por la forma en que actuaron los atacantes, por cómo huyeron en una ciudad tan vigilada. Se dijo en el caso de Charlie Hebdo que los encapuchados iban en el automóvil exhibiendo sus armas. Importantes analistas europeos han advertido que lo actuado no concuerda con la metodología de los grupos “yihadistas”.

“En el caso de las compañeras kurdas, el objetivo principal era arruinar las conversaciones de paz entre el PKK [Partido de los Trabajadores de Kurdistán] y el gobierno de Turquía, aniquilando a Sakine Cansiz, la más alta lideresa del movimiento de liberación de las mujeres kurdas”, señala el analista del Kurdistán.

En el atentado brutal contra el semanario humorístico francés, que ha sido condenado por toda la comunidad internacional sin excepciones, lo que surge de inmediato es un claro recrudecimiento de la islamofobia, del odio contra el inmigrante, de la necesidad de justificar la continuidad de una supuesta guerra “contra el terrorismo” en las actuales invasiones coloniales y agitar los más nefastos nacionalismos.

Hay que recordar que Estados Unidos y Europa aplicaron a Ucrania los juegos contrainsurgentes de las infernales primaveras árabes, para comenzar la intervención y ocupación instalando en el poder y en el terreno militar no a neonazis, sino a nazis confesos.

Basta ver lo sucedido con la creación de los mercenarios del supuesto Estado Islámico cuando engañando a sus propios pueblos los países de la OTAN bombardearon infraestructuras y poblaciones sirias, supuestamente para combatir a los “islamistas del Estado Islámico”.

En realidad fue la última tentativa de tratar de doblar la heroica resistencia Siria, en momentos en que avanza la propuesta de Rusia para una solución que ponga final a la tragedia de más de 200 mil víctimas sirias.

Apoyando, financiando y dirigiendo a fuerzas mercenarias de Al Qaeda, el Estado Islámico –y otros cada vez más abiertamente– se logra instalar el terror y paralizar al mundo, y en el esquema de guerra sicológica ponen a los pueblos ante la alternativa de elegir entre la “buena civilización occidental” y el “fundamentalismo islámico” o “terrorista”.

El atentado de París se produce cuando Francia y la Unión Europea han reconocido al Estado Palestino, algo que disgustó abiertamente al gobierno israelí, como así también el hecho de que Palestina acaba de ingresar a la Corte Penal Internacional (CPI).Es un elemento clave a tener en cuenta al analizar la tragedia de París. Pero especialmente entender la indignación de los gobiernos que bajo el mandato de la gran potencia mundial son los protagonistas activos de estas guerras del siglo XXI, porque advierten en el mundo un agotamiento, un cansancio ante la barbarie y el horror. Un hecho como éste es un perfecto guión para justificar todo lo actuado y lo que se proponen para los tiempos cercanos: recobrar el dominio del terror, para paralizar a los pueblos que comienzan a dar señales de rebelión y rechazo a las amenazas del fundamentalismo imperial de llevar a una Tercera Guerra Mundial…

“Todos somos Charlie”, pero para serlo debemos exigir verdad y justicia y no columnas de humo y metodologías de guerras sicológicas para paralizar a los pueblos y hacerlos cómplices de guerras crepusculares y de la instalación del sueño imperial de encabezar una gobernanza mundial.

Fuente
Contralínea (México)