En un procedimiento de delación premial, buscando reducir su condena de 19 años de pena, en Brasil, el preso Marcelo Odebrecht y 77 funcionarios suyos (muchos en prisión), han confesado -en declaraciones judiciales- haber entregado, como coima o soborno, decenas de millones de dólares a sus asociados, en los gobiernos de Alejandro Toledo, Alan García y Ollanta Humala, del 2004 al 2014.
¡78 personas suscriben tales documentos judiciales, es decir, aceptan sus delitos y reconocen la existencia de una organización criminal internacional que incluye a Alan García Pérez!
¡La justicia brasileña, a nivel de Corte Suprema, ha aprobado (homologado), tales filudas declaraciones que delatan por nombre y apellidos, a los coautores, cómplices y demás copartícipes peruanos en la inmensa maraña de delitos cometidos!
Esta confesión-delación de Marcelo Odebrecht ha sido ratificada ante la justicia norteamericana, donde igualmente Odebrecht busca suavizar el trato penal que le corresponde. Jorge Simoes Barata, uno de esos 78 confesos, también preso en Brasil, lo ha reconocido en parte, buscando beneficios, ante el fiscal peruano Hamilton Castro, quien lleva el intrincado caso.
Se trata, pues, del reconocimiento indubitable, ante fiscales y jueces, de la existencia de una Asociación Ilícita para cometer una variada gama de delitos, cuyo destino criminal era conseguir obras en concesión, de los diversos gobiernos del Perú, a través de la entrega-recepción de considerables cantidades de millones de dólares a los corruptos integrantes de esta reprobable organización.
Al respecto, repito lo que tengo escrito. Hoy en día, configura un nuevo delito agravado el solo hecho de constituir, promover o integrar una organización de dos o más personas destinada a cometer delitos de concusión, peculado, corrupción de funcionarios y enriquecimiento ilícito, aunque tal destino criminal se disimule o se apareje a una actividad empresarial. Así lo establece el Artículo 317° del Código Penal.
En esta nueva modalidad de delito no se requiere establecer, según lo descrito en el citado tipo penal, acreditar o probar para meramente denunciar, ninguna coima o soborno para los asociados, en este caso para Alan García, aunque tal prebenda haya sido entregada y recibida, en millones de dólares, por otros asociados de la organización. Se delinque por el solo hecho de integrarla, constituirla o promoverla. Basta que los fines sean delinquir, aunque ellos estén uncidos al ejercicio de una profesión, industria o de cuaquier cometido empresarial.
En el caso que nos ocupa: Alan García y los muchos Odebrecht, se trata de una inmensa Asociación Ilícita que actuó en diferentes años, consumando hechos delictivos independientes (en concurso real descomunal), en lugares distintos del país, respecto, por ejemplo, de la costosa Irrigación de Olmos (Piura-Lambayeque), la de Chavimochic (La Libertad) y el Metro de Lima, tramos 1 y 2 (Lima). ¡En todas estas obras la tozuda organización medraba de la ilicitud como rentable destino criminal, para lo cual Alan García acomodaba la legislación a su antojo y se salteaba a velocidad cualquier inconveniente!
Incluso tenía la asociación ilícita una eufemística División de Operaciones Estructuradas, de carácter internacional (departamento de sobornos), especializada en pagos disimulados a través de una sofisticada cadena de empresas offshore, como las consituidas por los peruanos Jorge Cuba, Edwin Luyo y Miguel Navarro, hoy presos, y que sus funciones dependían del exministro MTC Enrique Cornejo y éste a su vez sumisamente del mandamás García.
¡Escuché a Cornejo señalar que el presidente lo subía al avión presidencial, como invitado en un viaje de día al Cusco, y él tenía que ir y regresar con la compañía de Jorge Simoes Barata. En la noche no le importaba integrar el consejo de ministros para beneficiar a Odebrecht!
Un órgano de sobornos a Gil y Mil como el narrado, conocido por sus modos extraños de operar por los risueños asociados, muestra a las claras la naturaleza criminal de la asociación y el destino permanente en el anchuroso mundo de lo ilícito. ¡Se trataba del sicario coimeador!
Alan García, por su parte, sabedor de lo específico que requería la asociación que integraba, adecuaba la legislación a pedir de boca interesada, que también era la suya, sin la intervención del Congreso y más bien con la exclusión de la Contraloría.
Expidió, por ejemplo, 3 Decretos de Urgencia (047-2008, 121-2009 y otro más), varios Decretos Supremos (D. S. N° 262-2010-EF, del 23-12-2010 sobre precios unitarios inflados y otras lindezas sin control de Contraloría). Además, utilizó a ministros emisarios (Jorge Del Castillo y Verónica Zavala), realizó un nocturno consejo de ministros, infinidad de viajes y reuniones palaciegas frecuentes entre los asociados, etc., etc., para favorecer a priori a ODEBRECHT, todo lo cual daba la partida documental y material útil y necesaria al complicado proceso del iter criminis asociativo.
El capitoste Marcelo Odebrecht, preso y condenado a 19 años de cárcel, en Brasil, y 77 funcionarios más de su empresa, han confesado, en delación premial (colaboración eficaz, en Perú), los entretelones y vericuetos de esta asociación ilícita, aceptando su real y reprobable compleja naturaleza, las coimas entregadas a sus miembros, pero sin tocar a Alan García, cuyos citados actos de este último lo incriminan hasta la saciedad.
¡La coima, soborno o prebenda, aunque realmente lo hubiera, no es un ingrediente de esta figura delictiva llamada Asociación Ilícita!
Está, pues, confesada, es decir, aceptada, por sus conspicuos y propios integrantes (78 personas, hasta ahora), la existencia de esta temible asociación de corrupción, de la cual Alan García era y es, un asociado importante, como lo demuestra el despliegue publicitario que se conoce y, por cuya razón, se le busca encubrir, desde el "Acuerdo Preliminar" firmado entre Odebrecht y la fiscalía del caso.
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