Doce países firmantes del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR, también ‎conocido como Tratado de Río) decidieron activar ese pacto militar continental americano debido ‎al riesgo de «desestabilización» que representaría para toda Latinoamérica la «dictadura» de ‎Nicolás Maduro, presidente constitucional de Venezuela. ‎

Anteriormente, la Asamblea Nacional de Venezuela, actualmente privada de todas sus ‎prerrogativas como poder legislativo por haber violado varias decisiones del poder judicial, había ‎reincorporado ilegalmente a Venezuela en la Organización de Estados Americanos (OEA), de la cual ‎la República Bolivariana se había retirado, y al TIAR, pacto militar que Venezuela había abandonado ‎oficialmente en 2013. ‎

Debido a los actos ilegales de la Asamblea Nacional, cuyo presidente, Juan Guaidó, ‎se autoproclamó «presidente encargado» de la República Bolivariana a principios de año, ‎la OEA considera –también ilegalmente– que Venezuela es nuevamente miembro de la OEA y ‎concedió a un representante de Guaidó el asiento que la República Bolivariana acababa de ‎abandonar en esa organización regional. ‎

El TIAR es una especie de OTAN americana. Apareció en 1947, en el contexto de la guerra fría de ‎Estados Unidos contra la URSS. Washington lo utilizó para tratar de acabar con la Revolución ‎Cubana pero no logró los resultados que esperaba, por ejemplo con la invasión de Bahía ‎de Cochinos, en 1961. ‎

En 1982, cuando Argentina invocó el TIAR ante la ofensiva militar del Reino Unido, en la guerra ‎de las Malvinas, Estados Unidos se negó a prestar asistencia militar a Buenos Aires. ‎

Perú, Bolivia, Cuba, Ecuador, México y Venezuela han abandonado el TIAR uno tras otro. ‎

Estados Unidos y Colombia afirman que el supuesto éxodo de 4 millones de venezolanos justifica ‎que se recurra al TIAR pero el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ‎‎(ACNUR) acaba confirmar que en 2018 sólo registró en todo el mundo 341 800 refugiados mas, incluyendo a los venezolanos. ‎