Por iniciativa del grupo Renovar Europa (Renew Europe), inspirado por el presidente de Francia ‎Emmanuel Macron y el ex primer ministro rumano Dacian Ciolos, el Parlamento Europeo adoptó, a mediados de septiembre, una resolución «sobre la importancia de la memoria europea para ‎el porvenir de Europa» [1], texto que apunta a implantar un mito para justificar a posteriori la creación de la Unión ‎Europea contra Rusia. Esa resolución afirma que, al firmar el pacto Molotov-Ribbentrop, la URSS ‎compartía los funestos objetivos del Reich nazi y favorecía el inicio de la Segunda Guerra Mundial. ‎

Ese mito se opone a la idea fundacional de la actual Federación Rusa, según la cual el sacrificio ‎realizado en la lucha contra el nazismo fue el elemento que consolidó al pueblo ruso como ‎nación. ‎

La realidad histórica es que, a lo largo de 6 años –desde 1933 y hasta 1939–, la diplomacia ‎soviética se esforzó por convencer a las naciones del oeste de Europa de que era necesario ‎conformar una alianza antinazi [2], mientras que los gobiernos de esos países respaldaban ‎abiertamente el proyecto nazi de esclavizar a los pueblos eslavos, catalogados por los nazis como ‎‎untermenschen (subhumanos), y de colonizar los territorios donde vivían esos pueblos. ‎

El pacto germano-soviético del 23 de agosto de 1939 preveía, en efecto, que se implantarían ‎zonas de influencia para ambas partes y anticipaba la posibilidad de que estas se repartieran el ‎territorio de Polonia. Pero ese tratado sólo puede interpretarse ubicándolo en su contexto ‎histórico. ‎

Para eso hay que recordar que, el 30 de septiembre de 1938, los llamados «Acuerdos ‎de Munich» –que en realidad eran un pacto del Reino Unido y Francia (representados por ‎Chamberlain y Daladier) con la Alemania nazi y la Italia fascista (representadas por Hitler y ‎Mussolini)– ya habían desmembrado Checoslovaquia –sin contar con los dirigentes de ese país– ‎repartiendo sus territorios entre Alemania, Hungría y Polonia.

Los Acuerdos de Munich de hecho ‎abrían el camino al proyecto nazi de colonización del centro y del este de Europa, ya que ‎eliminaban el riesgo de enfrentamiento entre el Reich alemán y los imperios británico y francés. ‎En diciembre de 1938, la firma del Pacto Bonnet-Ribbentrop (del cual hoy nadie habla) entre Francia y la Alemania nazi también había confirmado esta interpretación de los «Acuerdos ‎de Munich». ‎

Si puede decirse que la URSS tuvo una responsabilidad histórica en el inicio de la Segunda Guerra ‎Mundial también hay que reconocer que esa responsabilidad soviética es mucho menos ‎importante que la responsabilidad histórica del Reino Unido y sobre todo que la responsabilidad ‎histórica de Francia en el inicio de ese conflicto es todavía mucho mayor. ‎

El hecho es que las razones que llevaron al estallido de la Segundo Guerra Mundial son ‎sistemáticamente escamoteadas y falsificadas. Ya no se menciona el proyecto nazi de ‎colonización del centro y del este de Europa y mucho menos de la continuación de la colonización ‎británica y francesa fuera de Europa. Tampoco se habla nunca del proyecto tendiente a ‎esclavizar los pueblos eslavos. Para las potencias occidentales sólo existe la exterminación de los ‎judíos, que no comenzó hasta 1942. ‎

[2«Una breve lección de historia para el ‎primer ministro canadiense ‎Justin Trudeau», por Michael Jabara Carley, Strategic Culture Foundation (Rusia) y Red Voltaire, 11 de octubre de 2019.