Los presidentes de la Federación Rusa, Turquía, Serbia y el primer ministro de Bulgaria ‎inauguraban el gasoducto TurkStream hace 2 años. ‎

Las sanciones occidentales contra Rusia impiden a Gazprom mantener en funcionamiento el ‎‎Nord Stream 1, único gasoducto que aporta el gas ruso a Alemania desde que Berlín prohibió la ‎apertura del Nord Stream 2. El Kremlin hace saber que:‎

«Las sanciones impuestas por la Unión Europea, Reino Unido y Canadá han interrumpido ‎el cronograma de mantenimiento técnico de los componentes de la turbina que ‎garantizaba el bombeo.»‎

La estrategia de Estados Unidos y la Unión Europea es evidente: impedir que Europa reciba el ‎gas ruso a bajo precio cuyo suministro estaba garantizado en los acuerdos a largo plazo que ya ‎estaban firmados con Rusia. Eso obligará los consumidores europeos a recurrir al mercado para comprar gas, pagándolo al contado y a precios mucho más altos determinados por la Bolsa ‎de Ámsterdam, que hoy es propiedad de una gran firma financiera estadounidense. ‎

En este momento, el único gasoducto que sigue bombeando regularmente gas ruso hacia Europa ‎es el TurkStream, a través del Mar Negro y de los Balkanes. Hungría, país que se opone a las ‎sanciones de la Unión Europea contra Rusia –a pesar de ser miembro de la Unión Europea y ‎también de la OTAN–, ha firmado con Gazprom un acuerdo a largo plazo para recibir a través del ‎‎TurkStream y desde Rusia el 80% del gas que necesita. ‎

Pero en los Balcanes existen –sobre todo contra Serbia, por cuyo territorio transita el ‎‎TurkStream– crecientes tensiones que la OTAN alimenta y que pudieran desembocar en una ‎paralización de ese último gasoducto que todavía sigue transportando gas desde Rusia. ‎

Esta situación es parte de un escenario político-militar que se hace cada día más explosivo. ‎Tanto que la nueva primer ministro británica Liz Truss se declara incluso «dispuesta a utilizar las ‎armas nucleares». ‎

Otro peligro surge del hecho que las fuerzas ucranianas –armadas, entrenadas y de hecho ‎dirigidas por la OTAN– siguen disparando –con el armamento entregado por la OTAN y la Unión ‎Europea– contra la central nuclear de Zaporoyia, actualmente bajo control ruso, con lo cual Kiev ‎pone toda Europa en peligro de tener que pasar por un nuevo Chernobil. ‎

El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) advierte: ‎

«Con la central nuclear de Zaporiyia se está jugando con fuego y algo mucho, mucho más ‎catastrófico podría suceder.»‎

Breve presentación de la revista de prensa internacional Grandangolo del ‎viernes 9 de septiembre de 2022 a las 20:30 horas en el canal italiano Byoblu

Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio