Con euforia más bien sospechosa Canal 5 llama ahora a Laura Bozzo, la "abogada de los pobres". ¿Qué está ocurriendo? Las mafias mediáticas convierten a patanes y pobres diablos en personalidades y también hacen lo contrario: impiden que los que no siguen el discurso oficial perdonavidas e idiotizante, no "existan" ante el público televidente. La panegirista de Montesinos y Fujimori ahora está de vuelta y ya no los quiere. Pero estos dos delincuentes están o presos o huidos y la sujeta de marras sigue haciendo su programa.
Casi hay un reconocimiento que las campañas psico-sociales del régimen anterior fueron un instrumento de gran poderío y para ello se valieron de geishas, cómplices y alabarderos que hasta hoy siguen infestando los sets de grabación porque pertenecen a canales de "antena caliente". El problema de la frágil memoria colectiva se patentiza más aún porque se sigue apelando a este argumento para olvidar todas las bestialidades que las Deltas, las Bozzo y otros, impulsaron en pleno auge fujimorista.
La señora Bozzo construyó un programa sobre humillaciones frente a cámaras, insultos, degradaciones y patéticas teatralizaciones pagadas por algunos pocos soles. Fue el suyo un espacio que daba asco. Para paliar el aspecto negativo impulsó trabajo con sectores muy pobres. Por un lado el rating, por otro, la basura elevada a entrega televisiva. Lo morboso, la sangre, la crónica roja o las broncas intestinas entre parejas disímiles y múltiples, son parte del mundo que "reclama" el televidente. Eso y nada más ha hecho la Bozzo y por cierto, sus ditirambos a favor de Fujimori y las loas entonces a Montesinos, podrían llenar un diccionario de la infamia y la sinverguencería. Dice ella que fue una idiota. ¡No lo creemos! Era parte de un plan muy bien concebido de estupidización colectiva. Y por eso recibió dinero de mil y un formas, la publicidad principalmente.
Y ahora Canal 5 y sus rábulas muy bien pagados le hacen una entrevista a la Bozzo y la llaman la "abogada de los pobres". ¡Qué fácil es construir figuras en el Perú! También qué sencillo es ignorar a toda una pléyade de historiadores, periodistas, analistas, cuya versión es distinta de la que se maneja en los medios que alientan una "reconciliación". Verbi gracia: hay que olvidar a las Bozzo, a las Deltas, a los Cipriani, a los Shutz, a los Crousillat. ¡Qué porquería tan abominable!
Decíame un amigo cercano: mientras que el poder de las mafias prevalezca en ministerios y dependencias públicas como en los medios de comunicación en su inmensa mayoría, el país seguirá preso de mediocres y fenicios. Si alguien se enfrenta al poder real y verdadero que sí poseen y ostentan los mafiosos, corre el peligro de tres caminos: encierro, destierro o entierro. Aquí no pasó nada y los partidos políticos peruanos son todos conservadores cuando no reaccionarios. Son pandillas que sólo aspiran a ocupar curules, presidencias de regiones o puestos edilicios. Mientras que los 15 y los 30 cobren, todo está bien. Pero sólo para ellos.
Hay un fantasma, el de la renovación radical, que recorre ya el Perú. Y se encargará de impulsar una gran profilaxia que incluye el entierro de la casta política, incapaz y sucia. Son miles los heraldos, hombres y mujeres, en todo el país los que están empezando a eslabonar sus esfuerzos. Y hay que poner todos un grano de arena.
Es hora de romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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