Con la frivolidad consuetudinaria que le retrata, Luis Iberico, tildó de espantapájaros a García Pérez aludiendo con esa figura a a que se ahuyentarían las inversiones. ¿Es justo el término? Pareciera que los representantes minoritarios de una suma (alianza política) que resta, se aterran de un gambito político habiloso del ex-presidente aprista. En cualquier caso ¿no es acaso lícito imaginar una colaboración gubernamental de quienes hoy son los futuros responsables de 12 regiones a nivel nacional?

Lo he dicho y escrito públicamente: el quinquenio 1985-1990 reconoce el indiscutible título de desmadre compadrero e ineficiencia total. Las cuchipandas de cenáculo y privilegios de oligarquías partidarias dieron el tono lamentable a una gestión que por desgracia es inolvidable por torpe, inmoral, profundamente envilecida. El voluntarismo del discurso suplantó a la serenidad y cualquier estupidez pronunciada en las tarimas trocó en camino, ruta, derrotero. Fue un lustro de pasiones contenidas y esperanzas frustradas. En cinco años nos fuimos al suelo y literalmente el país quedó hecho trizas. Y advino quien después sería un delincuente sin atenuantes y encima súbdito japonés impostado como presidente: Kenya Fujimori.

¿Porqué tanto pavor a que AGP pudiera integrar el gabinete? Los más idiotas y mediocres creen que él llevará aguas para su molino particular cuya meta indudable es la presidencia y que entonces hay que impedirle un lucimiento gratuito. Entre la pandilla de pinchasapos que suelen llamarse consejeros presidenciales, el miedo es aún mayor: García es más figura que todos estos supremos incapaces juntos, por tanto, sus "consejos" pasarían a formar parte del subsuelo político. Toledo no es tonto y tiene aún alguna intuición y sabe que un cogobierno tiene un precio muy alto: o el triunfo y el camino pavimentado para un gobierno aprista o el desprestigio total.

A AGP su pasado en la administración gubernamental le condena y no hay excusa posible. Pero, precisamente por eso, ¿no sería conveniente dejarle demostrar al país cuánto aprendió o cuánto no? Si lo hace bien, entonces, los votos deciden. Si lo hace mal, también. Es parte del juego democrático.

¿Quién pierde y quién gana? Gana el pueblo que apreciaría mejor la capacidad de sus supuestas alternativas o columbraría mejor por quién no votar.

Para este humilde periodista AGP no es ninguna lumbrera, pero el resto de políticos de la fauna nacional, es tan malo, mediocre y bruto, que AGP parece una columna marmórea en ciénaga. ¡Qué increíble! ¿Es que en el Perú es imposible organizar nuevos cuadros alejados de moldes clásicos y conservadores como los que representan García Pérez y nuestra denostada "clase política"?

El gambito de García puede ser un bumerán y caerle en la cabeza. ¿Porqué no dejar que el juego fluya por avenidas democráticas y enterarnos de quién y quién no merece la confianza del pueblo?

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.