Siempre se ha dicho que los extremos se tocan. Quiere decir que no hay nadie mas parecido a un extremista de radical que aquel que tenga su signo contrario. Y hasta se ayudan mutuamente para que cada uno de ellos gane influencia, popularidad y control de los partidarios de cada bando, por lo regular fanático, que consideran la sensatez como un defecto y el extremismo una virtud.

Es por esa razón que muchos consideran que el gran elector en la política norteamericana ha sido hoy como lo fue ayer el extremista islámico terrorista y criminal fanático Osama Bin Laden. Basta recordar que en la elección presidencial del año dos mil el candidato Republicano George Bush salió tan maltrecho en los comicios que fueron semanas y semanas las que se necesitaron para establecer su triunfo, que no fue en las urnas, porque el candidato demócrata Al Gore obtuvo mas votos a nivel nacional de manera que su arribo a la Casa Blanca fue producto de una decisión judicial que le otorgaba graciosamente el mandato presidencial, dejado toda una estela de dudas sobre la legitimidad de su ascensión a la Presidendecia de los Estados Unidos. La política de extrema derecha preconizada en la campaña electoral por el Republicano Bush había sido rechazada por los votantes en las urnas.

¿Y quién vino a su rescate? Nada menos que Osaba Bin Laden, el terrorista extremista islámico que con el acto delirante del 11 de septiembre provocó en el pueblo americano la misma y lógica reacción de otro día de infamia, el 7 de Diciembre de 1941 cuando el ataque japonés a Pearl Harbour.

En estas elecciones de ayer para elegir Gobernadores Senadores y Congresistas la estrategia del Partido Republicano y el equipo electoral del Presidente Bush tuvo como mejor arma de campaña centrar su estrategia en mantener la llama del patriotismo encendida y la seguridad de la nación supuestamente amenazada por enemigos exteriores, los terroristas de Osama Bin Laden o las armas biológicas que supuestamente están en poder del gobernante iraquí Saddam Hussein.

De manera que el extremismo de los terroristas bien que le han servido a los Republicanos para consolidar su poder en el Congreso norteamericano y de esa manera legitimar una política internacional que a todas luces tiene el rechazo de la opinión mundial que sospecha de las verdaderas intenciones de la Casa Blanca que lucen encaminadas a llevar al mundo a la guerra, una guerra que comenzó en nombre de la lucha contra el terrorismo y que se ha convertido en una guerra por el control del petróleo del Medio Oriente.

La derecha norteamericana está de fiesta Y también la derecha cubana del exilio. Y tiene razón para estarlo. A lo largo y ancho de todo el país los candidatos Republicanos apoyados por la Casa Blanca han logrado victorias electorales significativas que le otorgan de nuevo el control de la Cámara de Representantes y lo más probable que también consigan la mayoría en el Senado lo que permitiría manos abiertas al Presidente Bush para desarrollar su política tanto nacional como exterior sin grandes complicaciones.

No vamos en este comentario a analizar en detalle las razones para la derrota de los Demócratas. Fueron muchas y variadas. Pero la primera y más significativa ha sido su enfermiza cobardía política de no enfrentarse con valor y decisión a los planteamientos guerreristas de los Republicanos.

Osaba Bin Laden, donde quiera que esté - y no es precisamente muerto - disfruta también la victoria Republicana. Llevar a su enemigo, los Estados Unidos, al terreno de su mejor conveniencia, el extremismo, es para el terrorismo una victoria.

Y si no, al tiempo.