Cuando se es Presiente de un país, y más si se trata de una nación tan poderosa como los Estados Unidos, el Jefe de Estado debe tener sumo cuidado en que su política exterior no esté dictada por razones partidistas porque a la larga tanto la opinión pública nacional como la mundial se dará cuenta de que ese Presidente está jugando con los intereses de su país para beneficio personal o de ventaja electoral.
Eso es precisamente lo que está haciendo George Bush en el caso de Cuba cuando de la Casa Blanca se anuncia que el Presidente vetará la ley que acaba d aprobar la Cámara de Representantes con el apoyo del Senado, que inicia todo un proceso de cambio de política exterior de Estados Unidos hacia Cuba.
Está bien claro que cuando la Enmienda presentada por el Representante Republicano Jeff Flake es aprobada por una mayoría abrumadora de legisladores, estaba interpretando el sentir de todo el pueblo americano. Flake comenzó diciendo cuando se iniciaron los debates en la Cámara: " Hemos tenido por 42 años una política hacia Cuba que no ha funcionado. ¿No creen Uds. que es hora ya de cambiarla?
La respuesta fue una votación de 262 a favor y 167 en contra de eliminar las restricciones de viajes de turismo de los norteamericanos así como de anular el límite de las remesas familiares y de facilitar las ventas d alimentos y medicinas a la isla. En otras palabras: En el Congreso hay voluntad de cambio de política hacia Cuba, posición que es rechazada de plano por la Casa Blanca, empeñada en mantener una actitud de hostilidad hacia el gobierno cubano para complacer a la derecha cubana de Miami.
Si se repasa la prensa mundial del día de hoy, mas allá del diario Miami Herald o las estaciones de radio y televisión locales, el criterio generalizado de las informaciones es que hay una brecha bien abierta entre lo que desea el Congreso de los Estados Unidos y lo que mantiene la Casa Blanca con respecto a Cuba. Por ejemplo, el diario El País de Madrid dice: "Se refleja cada vez mas la distancia que separa al Ejecutivo del Legislativo con respecto a La Habana".
Mientras los Senadores y Representantes de ambos Partidos están defendiendo los intereses del pueblo americano, el Presidente Bush, tiene loS ojos puestos en la elección del Estado de La Florida donde su hermano Jeb Bush aspira a la reelección para el cargo de Gobernador. Así de simple.
Unos voticos aquí, un dinerito allá, un abajo Castro mas allá y alguna que otra trampita electoral con las boletas ausentes de los viejitos cubanos de Miami, y ya está el café. ¿No fue esa la película que vimos en las pasadas elecciones presidenciales?
Está claro que el Presidente de este país, movido por razones de política interna como es el caso de la contienda electoral de La Florida, va vetar cualquier proyecto de ley que tienda a mejorar las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Para Bush Miami es como una pesadilla. Una lucha entre el deber como Presidente de su país y un interés mezquino de vulgar politiquería.
Cada cual escoge su puesto en la historia.
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