"Ejércitos de harapientos de todas partes y edades recorren cada noche las calles de la capital, revolviendo la basura en busca de comida, mientras otros mas organizados, cargan desperdicios en desvencijados camiones y carros tirados por caballos para vender los deshechos en el mercado negro."
También observamos que en el barrio han desaparecido los gatos y muchos han desenganchado de sus carros los caballos y se los han comido. Ahora nuestros chicos faltan la escuela para arrastrar los carros de los animales que fueron sacrificados para comer".

Así describe la situación de Buenos Aires, la capital de Argentina, un cable de la Agencia de Noticias France Presse, que encabeza la información con un titular que dice: "La ciudad que come de los desperdicios".
No. No es La Habana ni es Cuba donde el hambre lleva al pueblo a la más horrible desesperación.
¡Es Buenos Aires, en la Argentina!, el país que hasta no hace mucho se nos quería vender como el modelo maravilloso de la economía neoliberal, que traería la prosperidad con el libre mercado, donde todo se vende y se compra, donde "todo es cambalache", como dice el viejo tango que cantaba Carlos Gardel.

Cierto es que en Cuba hay serias dificultades económicas. Que allí la vida no es fácil. Que los sueldos oficiales que se devengan no son suficientes y que la entronización del dólar en la economía del país ha creado diferencias ciertas que afectan a los sectores más humildes de la población cubana que no tiene acceso a la moneda extranjera.

Pero de Cuba a la Argentina, de la misma manera que hay muchas millas de distancia, también hay diferencias como de la noche a la mañana.

En Argentina, en estos cuatro años de recesión económica el 25 % de la fuerza de trabajo está desempleada. La profesión - si es que a eso se le puede llamar profesión -mas común es la de limosnero. Otros hurgan e la basura en buscar de cualquier cosa que les sirva para vender o comer. Según los datos oficiales de los 36 millones de argentinos, la mitad vive en la pobreza. En la ciudad de Buenos Aires se calcula que 25 mil vagabundos recorren las calles desesperados, esperando una solución maravillosa que no viene, que no les llega, que no vendrá de ninguna parte, como no sea por obra y gracia de un milagro que les caiga como regalo del cielo.

Cuba, el país de la miseria. Cuba, el país del hambre. Cuba, el mal ejemplo para América. Cuba, Cuba, Cuba, Cuba. Hay que aplastar a Cuba con el bloqueo, hay que aislar a Cuba como país apestado, hay que llamar a Cuba infierno para que el verdadero infierno se llame Paraíso. Así proclamaban. Y no se cansaban de repetirlo.

¿Y dónde estaba el Paraíso? El Paraíso, según nos decían estaba en Argentina. El Infierno estaba en Cuba Y Dios se llamaba Menen y el Diablo era Fidel.

Pero no. Todo era mentira. De Cuba solo diré. Visite a Cuba primero y hable de Cuba después. Y si quiere, vaya también a Buenos Aires.

Pruebe y compare. Y tendrá que cantar como Evita: " No llores por mi Argentina."