Coincidió con la presentación en Ayacucho de la CVR. Ese mismo sábado apareció un nuevo número de Horas de Lucha quincenario combativo que dirige el valiente periodista Magno Sosa. En su primera plana un titular enorme decía: ¡Cipriani genocida! Por arte de birlibirloque los ejemplares de HL desaparecieron por requisa en todos los puestos de la ciudad andina. ¿Quién o quiénes se tomaron la aborrecible atribución de atentar contra una publicación periodística?

Cierto es que Magno Sosa escribió un libro bajo el sugestivo nombre de Cipriani: el obispo de Fujimori y que esa exposición de verdades rotundas e incontestables le costó caro, muy caro. También es obvio que la carcelería, exilio y pobreza aunada a la consuetudinaria soledad que sufren los que no piensan como los mastines alquilados que hoy pululan por doquier, no han amilanado ni una pizca a Sosa. Ahora, además de dirigir Horas de Lucha está trabajando un proyecto televisivo y, de repente, en México se logra una reedición de su libro sobre el adelantado de la secta Opus Dei.

Por supuesto, como ya es costumbre atrabiliaria, cerril y vergonzosa, en Lima, la frívola olla de pasiones sensuales y rentadas, no hay quien se haga eco de lo que sí es un atropello a la libertad de prensa cuando se secuestra la edición íntegra de un medio. El que sea provinciano o más precisamente ayacuchano- no es óbice para la prolongación de esta tara que aletarga los reflejos del 90% de nuestros hombres de prensa limeños hasta el tuétano y vacíos a más no poder.

¡Protesto contra el abuso de que ha sido objeto Horas de Lucha en Ayacucho! ¡Demando una investigación sobre la inconducta y exijo que no se oculte a los facinerosos fautores de esta barbaridad! ¡Y que no se detengan ante nada y menos ante los ensotanados que sí ostentan un claro poder aumentado desde que el adelantado de la secta Opus Dei está como cardenal del Perú!

Escribí meses atrás una columna y reclamé deslimeñizar el periodismo peruano. Por curioso que parezca, aunque en realidad es un asco, si el suceso no acontece en Lima, entonces pareciera que no pasó. Como Sosa trabaja en Ayacucho, que secuestren Horas de Lucha parece no importar un ápice a los periodistas de investigación de la capital. Sólo de cuando en vez, con algún terremoto, mortandad masiva o hecho fuera de lo normal (es decir que sólo les pasa a los andinos), no hay noticia del interior que interese en Lima. Es un fenómeno igual al de Estados Unidos con la periferia. Alguna vez me preguntaron: what is Peru?

Magno Sosa ha investigado en su libro Cipriani: el obispo de Fujimori, la impresionante ansia de poder que tiene este ensotanado. Su actuación pública ha sido condenada por la CVR y sólo existe un trabajo orgánico sobre el fascista de marras: el que ha escrito Sosa. Quiso presentarlo en Ayacucho y las fuerzas retrógradas se movieron para impedírselo. En Pura Verdad, cuando era un diario, publicamos hasta 3 capítulos y los cuervos no pararon de reclamar y amenazar de diversos modos.

En fin. Siempre hay voces que claman en el desierto. Pero también hay auditorios porque el pueblo es más sabio que todos los sabios y ellos podrán leer en breve la reedición del texto que Sosa está terminando de pulir.