Hace dos años, desde la dirección de Dignidad, ya habíamos empezado a cuestionar la mayúscula presencia reiterada de Raúl Diez Canseco como padrino de LanPerú y su trabazón extraña con Emilio Rodríguez Larraín a quien entonces llamamos testaferro de capitales chilenos. Hoy los indicios van comprobando que no estábamos muy lejos de la verdad.

Entonces, también hicimos de conocimiento público un texto reservado de la Fuerza Aérea Peruana que había detectado la presencia de aviadores militares chilenos al mando de las aeronaves de LanPerú recorriendo los cielos nacionales. Ello, de por sí, implicaba un serio riesgo para la seguridad nacional. Inclusive la tripulación estaba integrada toda por personal chileno. Aparentemente nadie hizo caso.

Como es de conocimiento generalizado, en una visita que hizo el presidente Toledo a Chile llevó entre sus invitados al “empresario” Emilio Rodríguez Larraín el mismo que después estaría implicado en el escándalo en torno al Canal 5, Arbulú y demás pulgas que estremecieron al gobierno actual. Este sujeto, además, había mantenido un ritmo de relaciones muy fuertes con el régimen delincuencial de Fujimori y todos sus principales capitostes, Montesinos incluido.

Nótese que en Chile se le hizo imposible la vida y el trabajo a Aerocontinente. Hasta les prohibieron abrir cuentas corrientes en cualquier moneda, así fuese en pesos chilenos. Todo porque había el firme propósito, conseguido al fin y al cabo por la razón o la fuerza, de parar a la aerolínea peruana. Mientras eso ocurría en allá, acá se producía uno de los actos más vergonzosos de que se tenga memoria en los últimos años.

Así es, el canciller del Perú en junio del 2002, Diego García Sayán, condecoraba a su par de Chile, Soledad Alvear, nadie sabe porqué, pero así fue. Mientras que a un grupo de peruanos se les impedía trabajar en buena ley en Chile, un idiota e indigno, otorgaba una distinción a la titular de Relaciones Exteriores de un país manifiestamente hostil al Perú.

Hay que investigar profundamente la composición accionaria de LanPerú y si no es como manda la ley que exige porcentajes muy claros, entonces habrá que aplicarles las sanciones del caso. Además hay que escudriñar muy bien sobre los oscuros vínculos que poseen Raúl Diez Canseco y Emilio Rodríguez Larraín con esta empresa porque estarían siendo simplemente testaferros desvergonzados de la nación del sur. ¿Y qué hace o haría un quintacolumna como vicepresidente del Perú?

¡A los sinverguenzas y antiperuanos hay que identificarlos y denunciarlos para que no se les acepte en ninguna parte por traidores! ¿Con estos amigos, para qué queremos enemigos?

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.