Algún duende, de esos que abundan en las redacciones y confunden hasta a editores novatos, me ha atribuido en la edición de hoy, martes 2, el artículo Alejandrico I, el último merovingio. Debo declinar semejante honor porque no he escrito dicho documento. No sólo que desde hace más de tres semanas no publican casi ninguna humilde entrega, sino que, para colmo de males, colocan uno abriendo página y otorgándome un crédito que no merezco.

La Razón ha tenido la gentileza en estos últimos 15 meses de publicarme uno que otro artículo. Agradezco la deferencia. En alguna oportunidad hemos entregado al numeroso público lector una central denunciando las imposturas y desmanes de Lima Airport Partners, LAP, la empresita que disfruta del pingue negocio que es la concesión del Aeropuerto Jorge Chávez, sin que ésta siquiera contestara alguna de las severas acusaciones que allí se hicieron.

No obstante de lo cual debo subrayar que no trabajo para La Razón y nunca he recibido un centavo de esta empresa. Cuanto se ha hecho, como la última y poderosa campaña contra los vendepatria que impulsan la adhesión del Perú a la Convención del Mar, se llevó a cabo en un clima de colaboración entusiástica y de amor intenso por nuestro país.

Hay en la página editorial de La Razón plumas galanas, buidas y sólidas como la de Javier Valle Riestra. Sus pedagógicas interpretaciones rebasan confines estrechos y se elevan al nivel de consejo, admonición, alerta. No escucharlo es otra cosa y es de necios el lamentar lo que pudieron haber evitado.

Ni lejanamente pretendo compararme. Soy conciente que escribo con limitaciones obvias, sin la arquitectura o belleza que sí ostentan otros, pero soy constante y tenaz. Defiendo mi verdad con uñas y dientes y acaso por ello tenga el honor de disfrutar del odio de muchos poderosos a quienes parezco insolente, atrevido y sin modales. ¿No está mal, no?

Y si hay quienes no desean publicar ningún artículo de mi autoría, están en su derecho de discriminar o privilegiar lo que se les ocurra. Pero deducir que hay mejores caminos en textos del antidemócrata uruguayo Bordaberry o un ignorante que aspira a político y que confunde a Ortega y Gasset con Unamuno, o un payaso que no representa a nadie pero que habla en nombre de una entidad fantasma, representa una barbaridad por decir algo elegante.

Hace años que contribuyo al debate polémico en la red. Periódicos, revistas y radios del interior tienen la amabilidad de reproducir estos trabajos modestos. Hasta hoy La Razón lo hacía con mucha irregularidad. Pero como están pasando un momento de confusión es posible que estén desechando ya mi ayuda gratuita. En fin, hago votos porque esta situación desaparezca y el público lector pueda seguir apreciando un diario que defiende sus puntos de vista.

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.