McM (Mono con Metralleta) Fernando Olivera no tiene autoridad moral de ninguna especie. En lugar de renunciar a la pitanza jugosa de miles de dólares que cobra mensualmente por un trabajo que los peruanos en España sostienen es muy malo, deficiente y compadrero, ahora nos viene con una cortina de humo en torno al señor Adolfo Olaechea. Gran parte del fiasco del Estado peruano en el tema del antecitado es porque McM Olivera metió su cuchara impertinente e irreflexiva.

¿Qué hacía McM Olivera charlando con Huamán Azcurra, el especialista de Montesinos en el aberrante ejercicio de la escucha y filmación clandestinas? ¡Hasta hoy nadie entiende el despropósito! ¿Era tarea del McM Olivera intervenir en el trabajo de los procuradores? Parece que la respuesta es negativa. Sin embargo las sospechas de chantajes, negociados bajo la mesa y en la penumbra, rondan con sus sombras siniestras.

Como para salvarse del naufragio político a que su torpeza sublime le ha conducido, McM Olivera, quiere enmascarar su desvergonzada permanencia en una embajada que no merece, con temas recurrentes y resobados. Si hasta hoy no se puede probar mayor culpabilidad al señor Olaechea es porque la causa fue mal planteada y el ridículo del Estado peruano tiene un nombre: ¡McM Olivera!

McM Olivera es un tipo mediocrísimo pero tenaz. Marrullero hasta la médula, orador tartamudo e ignorante, es más bien un cunda, de la peor especie que pueda existir. Nunca aporta, sólo destruye. Jamás edifica, más bien tuerce y envilece cualquier situación para de ella extraer algún rédito o lo que así llama. Su mundo es la nadería, su ejercicio, la necedad.

Basta con ver cómo sus antiguos socios le van abandonando o distanciando. Chamorro se fue del FIM. Benítez no está muy contento ni convencido. Pacheco es un brillante imbécil incapaz de entender el límite entre la verguenza y el ridículo y practica ambas dudosas virtudes de manera congénita. Iberico parece tener muchas trabazones con McM Olivera y aguarda el desenlace.

Por tanto, McM Olivera representa una mácula, una de las más importantes, en la gestión gubernamental de la fallida administración Toledo. El presidente no lo entiende o está engrilletado a compromisos demasiado fuertes como para mandar a McM Olivera ¡al mismo demonio!

Alguna vez un amigo me comentó: “Olivera es político”. Creo que soy más modesto y menos perspicaz: es un Mono con Metralleta. ¡Nada más!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.