¡No hay duda, Perú es el país del siempre después, nunca antes! Reaccionamos horrorizados si linchan a un alcalde o a cualquier autoridad. Las exégesis abundan y casi todas aciertan en el análisis: ¡no parece muy difícil interpretar el descontento, el divorcio Estado-país, la antinomia gobierno-pueblo y resaltar el profundo como estúpido desprecio que tienen quienes están en la administración pública por el resto del país.
Un ministro como el matón Rospigliosi, siempre encontrará sus explicaciones “lógicas” para defender su ineficacia y en cambio, promover, su figura política. Total, si aquí casi tuvimos de nuevo como presidente a un señor que fue salvado por la campana de una prescripción conveniente o a un japonés cobarde o a un transitorio y mediocre enano de voz pausada escogido por inocuo, ¿por causa de qué no estaría en su derecho Rospigliosi de tentar la suerte con el apoyo de periódicos, canales y amigotes?
¡Es hora de despertar del letargo imbecilizante que nos ha reducido a sociólogos, antropólogos, periodistas, psicólogos y politólogos que en realidad parecemos egregios mariscales de derrotas y fracasos! Somos ferozmente buenos para analizar porqué se produjo la masacre o cómo el Estado no atiende a las poblaciones lejanas. Pero también ostentamos el dudoso privilegio de ser inútiles para emprender reformas genuinas y ser cobardes para señalar con el dedo acusador a los traidores y ladrones que abundan en la burocracia, en el Congreso, en los ministerios y en la cosa pública en general.
No hay partidos, sólo clubes de amigos a quienes seduce no el cambio del país ni de su gente, sino los buenos estipendios y goces que da el Congreso. No hay ideas, sólo armazones que se usan para la ocasión y de acuerdo al facilismo que otorga una globalización desnacionalizante y pulverizadora de cualquier civismo o apego creador a la tierra, a la historia y a nuestras tradiciones constructoras de país central en América Latina.
¡Instruyamos a nuestros jóvenes en el reto que desafía y, a la vez, forjemos conciencias libres que aprendan a triunfar desde pequeños! ¡No a la verdades a medias que dicen nuestros políticos inmorales!
Mientras que seamos el país del después y nunca del antes, veremos nuestras fronteras, no sólo físicas, invadidas por los países limítrofes y enajenada nuestra noción de historia y Ande indisoluble del peruano desde siempre.
¡Hay en juego, amigos y amigas, mucho más que un alcalde! ¡Quienes no vean lo difícil de las horas presentes, nunca podrán reivindicar el fracaso anunciado del mañana! ¡Es prácticamente toda nuestra historia republicana, plena en mentiras, embusteros, delincuentes con apellidos “honorables” que se hicieron escribir panegíricos y libros!
Reflexionar actuando y marchando hacia el porvenir que nos debe una victoria que no será fácil, es el deber de hoy y del futuro. La justicia por mano propia es un crimen y es absolutamente inadmisible.
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.
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