Escuché en alguna radioemisora que un portavoz del oficialismo ensayó, por así decirlo, una genuina tesis sobre que informar también es gobernar. Es posible que la afirmación tenga alguna certidumbre como también es desopilante que la administración Toledo recién se dé cuenta que esto era parte de sus cometidos cuando están casi en el subsuelo de la opinión pública. Además, quieren gastarse ¡10 millones de dólares!

Y Perogrullo es el apellido del diseñador de imagen. Expresar que hay que poner de relieve las obras buenas (que las hay), es un tema común en cualquier campaña de imagen. ¿Es esta la varita mágica que va a convertir el estruendoso fracaso gubernativo en un éxito? ¿Y por una factura carísima?

La gente admite y elogia las cosas positivas. Son miles las familias que ya han adquirido casas por el agresivo plan de construcción de vivienda. Sin embargo de ello, es tal el grado de corrupción que existe que también hay mucha malicia de quién o quiénes se están beneficiando. Por ejemplo ¿quién o quiénes forman parte de la proforma presentada por el norteamericano Murphine?

Pero en un país con múltiples bolsones de miseria y condiciones infrahumanas de vida, las frivolidades de los principales representantes del régimen, indignan y causan reacciones iracundas. Indiscutibles imbéciles, químicamente puros, ocupan cargos de alta investidura, sin tener la emoción social, fuste académico y credenciales democráticas para estar donde están.

Las promesas han sido olvidadas. Y las ofertas a granel, desmentidas, una por una. En cambio, so pretexto de una mejor distribución del dinero del Estado se atenta contra los jubilados metiéndolos a todos en un mismo saco, como si ellos no fueran gente que trabajó y aportó al país durante su lapso activo.

Y los grandes hampones siguen escamoteando sus fechorías en los tribunales, compran abogados y estudios completos y con ellos la ley no puede imponer ¡de ninguna manera! su sanción ejemplar porque ¡poderoso señor es Don Dinero!

Mientras que esto ocurra, podrán montarse o fletarse -con el dinero del sufrido pueblo peruano- no una, sino mil campañas de imagen y el resultado será siempre el mismo: ¡cero! Por una razón elemental: ¡el pueblo es más sabio que todos los sabios! ¡Y no es fácil decirle que todo está bien cuando se percibe que es al revés!

Si algo debiera hacer el señor Toledo es comprender que los sectarismos en nombre de la palabrita mágica “gobernabilidad” no tienen eco ni aquí ni en la Cochinchina si no hay intención verdadera e incontrastable de actuar con honestidad y no, como ocurre ahora, por ganar tiempo y unos cuantos puntos en las encuestas. ¡Cómo si éstas resolvieran los problemas sociales! ¡Pamplinas!

¡Atentos con la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz.