Declaración Pública

1. La cultura es todo lo que hace la humanidad. Es un error considerar que solo está constituida por su dimensión artística. Las institucionales nacionales son parte muy importante del Patrimonio Cultural.

El domingo 30 de mayo, el gobierno celebró el Día del Patrimonio Cultural Nacional. no obstante, simultáneamente el gobierno vende parte fundamental de este patrimonio a empresas nacionales o extranjeras, sin consultar a sus propietarios: los ciudadanos.

2. El Patrimonio Nacional ha sido creado con una concepción humanista y con un espíritu solidario. Su propósito ha sido responder a necesidades de los habitantes de nuestro país, para mejorar sus condiciones de vida, especialmente para quienes tienen menos recursos económicos. Su propósito esencial es servir.

3. Desde hace 31 años, en nuestro país, el número de instituciones de todos los chilenos ha disminuido. Eran más de 600, en la actualidad son alrededor de 80. Se han vendido, se les ha privado de los medios para invertir, se les ha impedido reinvertir sus propias utilidades. Incluso se les ha impedido extender sus actividades.

4. Nuestro patrimonio fue fundamental, en la historia de Chile: Por ejemplo la compañía de Acero del Pacífico, la Educación Pública, el Servicio Nacional de Salud, FFCC, HONSA, Agua Potable y Alcantarillado, Empresas Nacionalizadas del Cobre, Empresa Nacional de Electricidad, de Teléfonos.

5. El presidente Lagos, sus ministros y los parlamentarios no tienen ningún derecho a vender el patrimonio nacional sin la autorización de sus legítimos propietarios.

Es inadmisible la enajenación de instituciones como la Universidad de Chile, Banco del Estado, liceos, escuelas, de Salud, Codelco, Enap, Tvn, el Metro, todas ellas son parte de la Cultura y el Patrimonio Nacional.

6. Los cargos de estas instituciones deben ser decididos por concurso público. Todos sus funcionarios deben ejercerlos con probidad.

7. En Chile ahora cada vez más se concentra el poder económico, el ingreso y se acrecienta o se constituye el oligopolio y el monopolio. A tal punto que en ocasiones se independiza y tienen más poder que las estructuras del Estado. Ejemplos: cuatro empresas de Salud Privada controlan el 75 % de sus usuarios. Cinco cadenas de farmacias controlan el 85 % del mercado de fármacos. Cinco AFPs. más del 90 % de los Fondos de Pensiones. Las empresas del agua potable privatizadas controlan el 87 % de todos los usuarios de Chile. Dos empresas de generación eléctrica el 80% del mercado. Similar situación se produce con los supermercados, teléfonos, mercado lechero, empresas forestales, transporte aéreo y terrestre, medios de comunicación, etc.

8. Debe ser una política permanente del Estado, sus gobiernos y de todos los ciudadanos proteger y promover la industria y los productos chilenos tanto de la ciudad como del campo. Debe ser iniciativa fundamental del Estado y sus gobiernos apoyar y promover a las empresas privadas: familiares, micro, pequeñas y medianas tanto rurales como urbanas, MIPYME, que proporcionan más del 83 % de los puestos de trabajo.

9. Joseph Stiglitz* señala que las privatizaciones del (agua, electricidad...) se han convertido en liquidaciones muy favorables para los compradores. Que existe consenso universal que las enajenaciones han constituido una pésima moda para los ciudadanos y solo positiva para las multinacionales y grandes empresas. Constata el alza de tarifas, destrucción de empleos y la corrupción inherente. "...Las privatizaciones han empeorado las cosas tanto, -quizás lo más grave es la corrupción,- que en muchos países se la denomina irónicamente "sobornización".

10. Convocamos a los chilenos defender y proteger nuestro Patrimonio Natural y Cultural, nuestras instituciones públicas. Defenderlo con participación activa. Un ejemplo lo constituye el Plebiscito o Consulta Organizada por los ciudadanos sobre el intento de privatizar el agua potable, realizado en la Región del Bío-Bío donde participaron 136.783 personas en el año 2.000.

*Joseph Stiglitz, Premio Nóbel de Economía, ex Asesor Económico del Presidente Clinton y ex Jefe de los Economistas del Banco Mundial. En su libro "El Malestar de la Globalización". pp. 90, 91, 92, 93, 94 y 95.