No sólo dice el ministro de Comercio, Alfredo Ferrero, que “para mí, como negociador, sería conveniente que se retome después de los seis u ocho meses (el debate de ley de trabajo) que durará la negociación -del TLC con EEUU- sino que preocupa que al poner una legislación laboral muy rígida se pueda estar trabando esta negociación”. ¿Negociación o concesión sumisa? ¿Dónde aprendió a “negociar” este señor?

Si antes de entrar en las etapas duras del tanteo de posiciones que es una genuina negociación, el ministro responsable de la misma, ya le está quitando los únicos argumentos de los pocos que tiene Perú porque él sostiene que es “su tema”, entonces ¡mejor firmemos tal como está el TLC con Estados Unidos! Si al árbol le podamos las ramas, sólo resta el tronco y ¡nada más!

¡Pero hay algo más grave! El candidato demócrata John Kerry ha dejado entrever que una administración de su partido revisaría o replantearía todos los TLCs actuales porque sólo convienen al lado estadounidense. Si esto lo dice el futuro presidente de la gran potencia hay motivo para preocuparse porque ¿qué es lo que está “negociando” Alfredo Ferrero? ¿En qué está comprometiendo al país cuando existe la fuerte sensación que Bush no va a resistir el empuje de Kerry y, por tanto, aparecerán nuevas actitudes con distintos puntos de vista?

Elemental en cualquier negociación es hacer de los elementos de cada quien referentes, obstáculos a remover o a consolidar según los climas, temas y giros políticos que envuelven a quienes están en la fiesta. Un cuerpo desnudo atrae menos que aquel que luce encantos y atavíos que dan sabor, aroma y calor a cualquier juego de atracción. Si Perú se presenta con todo “armonizado”, no negocia ¡absolutamente nada! En cambio, sí se regala con descaro y servilismo.

Parece que quien concede más, gana puntos personales que no patrióticos. Ya ocurrió con un primer ministro que nos embarcó en varias maromas y compromisos y ahora tiene un puesto rentado en el Banco Mundial. ¿Son los ministerios trampolines para que peruanos globalizados hagan fortuna y buena estrella a costa de la pobreza de millones de seres humanos en Costa, Sierra y Selva?

¡No hay ningún apuro en aprobar el TLC como ha dicho el señor Zoellick porque -según él- el congreso norteamericano debía tener “lo antes posible, tal afirmación! Preguntar desde cuándo Estados Unidos dicta nuestra política comercial, puede parecer una ironía, pero hay actitudes soberanas que no deben ni siquiera ponerse en tela de juicio. A pesar que eso disguste a los “negociadores” que no negocian nada, todo lo hacen en secreto y se disputan el dudoso privilegio de quién es el que hace más feliz a las autoridades gringas. ¡Qué tales quintacolumnas!

El referéndum sobre el TLC será un acápite importante pero que necesita de mayor información y no el mañoso secreto que hoy prevalece por “estrategia” según declaró otro de los tecnócratas a cargo. ¡No debe haber perdón alguno para los que regalan el país en porciones jugosas y premiadas por intereses ajenos!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!