El Banco Mundial aprobó un crédito sin intereses de 25 millones de dólares para desarrollo social en Bolivia.

Es imposible no pensar que los sucesos de barbarie de Ayo Ayo -la estúpidamente llamada «justicia comunitaria» por ideólogos del sub-subdesarrollo -el lumpen proletariat que llamaba Lenin-, han podido influir en este apoyo del BM al atribulado gobierno del periodista e historiador Carlos Mesa.

El Directorio Ejecutivo del Banco Mundial aprobó este miércoles un crédito sin interés de US$ 25 millones en apoyo del programa de desarrollo social del Gobierno de Bolivia, informó un boletín emitido por la institución en Washington.

El Crédito de Ajuste Estructural Programático para los Sectores Sociales ayudará al Gobierno de Bolivia a mantener los avances logrados en estos sectores y mejorar el acceso de los pobres a los servicios básicos de salud y nutrición, educación, agua y saneamiento y protección social en situaciones de crisis fiscales.

"El desarrollo humano es un elemento fundamental para lograr el crecimiento sostenido, la reducción de la pobreza y mayor equidad en Bolivia", dijo pomposamente Marcelo Giugale, el Director del Banco Mundial para Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela, como si estuviera descubriendo la pólvora.

"Dada la actual situación social y fiscal, Bolivia necesita garantizar los medios necesarios para ayudar a los pobres y reducir las tensiones sociales". Obviamente, el crédito aprobado ante la dimensión del problema social boliviano -nación que se busca “suicidar” tanto con opiniones absurdas del exterior, como con las actitudes de distintos personajes del folklore político boliviano, que es ignorante y anti-democrático-, parece una ironía o un chiste cruel.

El crédito apoyará los siguientes objetivos en cada sector: salud y nutrición: ampliar la cobertura de la atención médica primaria para seguir reduciendo las tasas de mortalidad materna e infantil, la desnutrición y la anemia; reducir la incidencia de las enfermedades contagiosas y aumentar la cobertura de las vacunaciones; educación: llevar a cabo la estrategia educacional boliviana con participación ciudadana; aumentar las tasas de egreso de la educación primaria y mejorar la calidad de la educación secundaria; agua y saneamiento: implementar nuevas políticas financieras y de asistencia técnica a fin de mejorar la gestión y la eficacia de los proveedores de servicio e incrementar el acceso a los servicios de agua y saneamiento; protección social: crear e implementar una red de protección social; mejorar la eficacia del Programa de Empleo de Emergencia (PLANE) e incorporar incentivos para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM); responsabilidad y transparencia: aumentar el acceso de la ciudadanía a la
información sobre el gasto público en el sector social para fomentar el monitoreo participativo y la evaluación del avance hacia la consecución de los objetivos.

"Este programa ayudará a que Bolivia consiga los Objetivos de Desarrollo del Milenio por medio de la reducción de las disparidades de las diferentes regiones, grupos étnicos y grupos de ingresos", dijo Juan Pablo Uribe, gerente del proyecto por parte del Banco Mundial. "También mejorará la efectividad y sostenibilidad de los programas sociales a través de la orientación de las acciones hacia los resultados y la mayor transparencia debido a la creciente participación de la sociedad civil".

Este crédito para fines de ajuste programático de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) es el primero de una serie de tres créditos de Ajuste Estructural Programático para los Sectores Sociales (SSPSAC) en un solo tramo. Es reembolsable en 20 años con un período de gracia de diez años. El costo total del proyecto asciende a aproximadamente US$34,5 millones, según la información proporcionada por el BM.

Los lectores estarán pensando, 25 millones es poca plata. Es cierto. Pero, bien repartida reactivará la participación popular, una de las medidas más inteligentes aplicadas en los últimos años por el anterior gobierno del hoy derrocado y acusado ex presidente Sánchez de Lozada.

Y es responsabilidad del gobierno y de los ciudadanos, campesinos o urbanos, esforzarse en aprovechar las oportunidades de la participación popular y evitar que el caudillaje “prepotente y criminal” -como lo califica Jose Gramunt, el columnista jesuita que es el más difundido en la prensa boliviana- lo entorpezca otra vez.

La población indígena de Bolivia viene recibiendo, desde la Revolucion Nacionalista del 52, una serie de facilidades que no siempre las aprovecha, como la educación gratuita, desde la primaria hasta la universidad. Prueba de esto es que segmentos aymaras, quechuas y chiriguanos han evolucionado y creado economías progresistas, aparte de sumarse a la mayoría de blancos y mestizos que constituye la base de la nación boliviana y están cerca de dar un gran salto adelante con la industrialización y exportación de las reserves gasíferas de Bolivia, considerdas las más importantes del hemisferio occidental.

El chantaje de las pobladas linchadoras y bloqueadoras no llevará a sus protagonistas a ninguna parte.

En todo caso, como este crédito asignado a Bolivia se ha repetido con otras naciones, de México y Brasil, a Honduras y Ecuador, el BM está abriendo los ojos y escuchando alaridos, como el de Ayo Ayo. BIP