¿Habló por la televisión el ex-presidente Alan García Pérez sobre la Convención del Mar que la antipatria quiere firmar saltándose a la garrocha la evidentísima colisión constitucional que su adhesión supone?

¿Dijo algo García Pérez sobre la “negociación”, secreta por “estrategia” -así dicen ahora- de un TLC que pone en vitrina el pollo a la brasa como producto de exportación y que la tecnocracia vendepatria exhibe como la revolución que el Perú necesita?

¿Versó García sobre la increíble voltereta histórica del ex-gran partido popular, ahora furgón de cola de la izquierda comunista, en eventos en que las masas brillaban por su ausencia dinámica y protestante? ¿Ante esta claudicación ya no hay apristas que recuerden que el Apra era el inconfundible Partido del Pueblo?

¿Adelantó algo García sobre las reiteradas, condenables y persistentes andanadas contra el medio ambiente en el Valle de La Convención que perpetra el Consorcio Camisea destruyendo cabeceras de cerros, envenenando ríos, aniquilando flora y fauna?

¿Explicó García cómo es que sus parlamentarios votan contra los derechos adquiridos de cientos de miles de pensionistas de la 20530 y la 19990 y dan el sí permisivo para frívolas modificaciones constitucionales que se van a estrellar con juicios en tribunales del exterior que van a poner al gobierno y a todos sus cómplices en ridículo estentóreo?

¿Protestó García Pérez por la iniquidad increíble de la pulverización de Aerocontinente y sus 2000 empleados peruanos y la intromisión de quintacolumnas en diarios y canales a favor de otros países, señaladamente uno del sur, con la bendición criminal de gente que merece el paredón de fusilamiento?

¿Adelantó García siquiera una palabra sobre el intríngulis escandaloso que envuelve al banquero de los banqueros, San Dionisio Romero Seminario, que compra salas y juzgados ad hoc para que oigan sus descargos en los juicios orales a que está compelido a asistir?

¿Siquiera dijo García algo de los grandes temas que el Perú necesita discutir para salir del foso en que lo ha terminado de hundir una banda de ineptos en nombre de la democracia?

¡No, de ninguna manera! Sólo “explicó” que el puntapié que propinó a un ciudadano no era tal sino cualquier otra monserga. ¿Y este señor pretende volver a poner sus posaderas en algún sillón de Palacio de Gobierno? El poder es otra cosa, quienes están en la Plaza Mayor sólo cumplen órdenes y aguantan gritos.

Si la vanidad de colocarse una banda presidencial consiste en la epidermis de un país, entonces ya no hay nada que hacer. Decía Manuel González Prada: el Perú es un organismo enfermo, donde se aplica el dedo brota la pus. O aparecen los políticos venales, estúpidos, que tienen la costumbre de disfrazar sus torpezas y matonerías con artificios verbales. ¡Qué fácil tarea la de quienes nacieron sólo para el gesto y no para la historia desde abajo y desde dentro!

¿Será que el Perú sólo tiene los gobiernos que se merece?

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!