En la mitad del mundo, Quito fue el escenario de la continuación de la ola altermundista que recorre el mundo desde Seatle, Porto Alegre, Genova, Cancún, Mumbai. 10.000 manifestantes de diversos países de toda América e incluso delegados de otros continentes, en representación a movimientos de indígenas, trabajadores, ecologistas, feministas, transexuales,y una diversidad de necesidades, problemas y sensibilidades, recorrieron unos 10 kilómetros condenando la globalización neoliberal.

«No queremos y no nos da la gana de ser una colonia norteamericana», gritaban indistintamente indígenas, bellas mujeres, trabajadores, jubilados, estudiantes, en repudio a las políticas colonialistas de libre comercio y a los programas de intervención y ocupación militar que Washington avanza en la región.

Consignas como: «Chochos maíz, las transnacionales fuera del país», revelaban la preocupación por la protección de la agricultura latinoamericana frente a las amenazas devastadoras de la eliminación de aranceles y subsidios propuesta por EEUU, para imponer a favor de su país una competencia subsidiada con más de 300.000 millones de dólares, lo que implicará la quiebra de la producción local y la invasión de sus productos en los mercados latinoamericanos.

Las voces de «Alerta, aleeerta, aleeerta que camina la espada de Bolívar por América Latina», acompañadas de una gigantesca bandera de Venezuela, expresaban la solidaridad con la revolución bolivariana y sus nexos históricos con los pueblos del continente.

Pequeños grupos infiltrados que se divirtieron provocando a la policía, explotando el malestar y repudio instintivo de la gente a los aparatos de represión y que crearon momentos de tensión en la marcha, no pudieron empañar el significado de la acción ni detener la cadena de repudio a la globalización neoliberal que se ha demostrado en la unidad de diversas perspectivas, propuestas y necesidades.