Una de las empresas de San Dionisio Romero Seminario, el hombre que imparte su justicia llave en mano para él mismo y hace lo que le da la gana en el Perú, ha “ganado” -única postora- las operaciones en el puerto de Arica. ¡Qué interesante! El personaje que tiene múltiples juicios que van desde sospecha de lavado de dinero del narcotráfico, hasta colusiones con la dictadura delincuencial de Fujimori, robo y apropiación ilícita contra sus propios parientes, ahora extiende su mano benefactora al país del sur.

Pocos meses atrás el lobby chileno, que es de los más temibles porque practica aquella máxima de que en la guerra todo vale, generó en Estados Unidos un clima de atroz animadversión para con una empresa peruana: Aerocontinente. Logró que se la incluyera en el Kingpin Act y sin prueba de ninguna especie o juicio, la aerolínea de los hermanos Zevallos, fue impedida de viajar a Norteamérica. La madre del cordero fue que la demanda contra el Estado chileno interpuesta por Aerocontinente sí es procedente.

Entonces, es hora llegada ya de probar si el puritanismo comercial chileno aplicado contra Aerocontinente alcanza a quien sí que es una de las fichas más corruptas del Perú: San Dionisio Romero Seminario. Porque los del sur, tienen que conocer quién es su aliado para las operaciones en el puerto de Arica, a menos que estén sufriendo de una amnesia selectiva muy común en estos días.

Además, la Comisión Nacional Supervisora de Empresas y Valores, CONASEV, deberá absolver una demanda colocada por una socia de San Dionisio Romero Seminario quien es acusado de haber ocultado información a esta entidad y también al Securities & Exchange Commission, SEC, de Estados Unidos, donde el Banco de Crédito y otras empresas peruanas como Yanacocha, Southern y el Banco Wiese cotizan en bolsa sus acciones. Esto promovería que Romero sea alejado de la dirección del BCP y de todo ese conglomerado de empresas.

Nótese que otra empresa de San Dionisio Romero Seminario, se hizo de la ganga que fue la licitación del puerto de Matarani y por larguísimos años. Entonces, se entiende que Arica haya sido la escogida por el grupo capitaneado por el banquero de los banqueros para extender su influencia y para ello tiene a los Woodman, a los Carulla y a toda una cáfila de asalariados.

Al margen de exhibiciones militares ociosas e impertinentes, Chile debiera examinar bien con quién se han metido sus empresas en Arica. ¿Qué moral será la que apliquen en esta ocasión? ¿La del mono que no ve, no oye y no habla? ¿O la del miope que hace negocios a troche y moche? ¿Será que el banquero ya se enroló en la lista sureña amplia de socios comerciales y querendones de intereses crematísticos y dolarizados y punto?

En el Perú hay delincuentes de cuello y corbata que son capaces de designar sus propias salas de juicio. Para ello contratan a abogángsters que fungen de juristas o expertos y no son más que hampones que venden sus influencias como vulgares buhoneros al mejor postor. ¡Cuánta falta hace el látigo en el templo contra mercaderes inmorales!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!