¿Para qué otra cosa, aparte de mantener con sueldos robustos a una cáfila de mediocres vocingleros, sirve el llamado Acuerdo Nacional? Los partidos que lo integran, representan, en menos de 10% a la ciudadanía. Los empresarios agrupados en la CONFIEP, pandilla cómplice de Fujimori durante toda su dictadura, están con todos, todo el tiempo. Las confesiones eclesiásticas deberían pagar impuestos, como el resto de los peruanos, antes de meterse a cuchipandas políticas y ¿quien dio mandato popular a esas organizaciones de la “sociedad civil”?
¡El Acuerdo Nacional es sólo un adefesio burocrático!
En cualquier país -ciertamente que hay excepciones- la cámara política que reúne en sus múltiples vertientes a la ciudadanía, vía sus representantes, es el Congreso. Como aquí tenemos un establo que, con rarísimas y honrosas excepciones, sólo dista milímetros de ser tan malo como cualquiera de los fujimoristas, el Parlamento, tampoco goza de prestigio y es tristemente célebre por sus repartijas, botines, aguinaldos y “reconocimientos” que se otorgan al por mayor. Pero el pueblo vota a sus legiferantes.
¿En qué momento y en qué comicio se sufragó por los del Acuerdo Nacional? Es un organismo paralelo que ha servido de refugio al gobierno toledista cada vez, que sus múltiples errores lo lanzaba al suelo. Válvula prosaica, esperpento edulcorado con discursos sosos, el AN, sólo es un espejismo y un placebo para el cuerpo enfermo que es el organismo del Perú.
Los partidos políticos, sin excepción, y que tienen “asiento” en el Acuerdo Nacional son números de la comparsa en paralelo que discurre por estas ficciones que sólo aparentan, adornan, envilecen, todo el proceso político. ¿Cómplices o torpes, los partidos?
Sé de ideas interesantes que antaño fueron patrimonio de mentes lúcidas en pro de un haz enorme de voluntades disciplinadas y por el desarrollo nacional, con acuerdos mínimos y con plazos realmente largos. ¿Qué se puede hacer con la cantidad de francotiradores que hay en el AN? Cada quien por su lado, y los burócratas, impulsando mesas y concertaciones en el papel, para no perder la pitanza que compra buen whisky, fleta viajes ociosos y gestiona ropa de marca y muy cara.
Los vividores profesionales, los professional beggars, trocan su delgadez producto del hambre, por vientres orondos, y los cacharros que eran sus autos, pasan a modelos ultra-caros. ¡Cómo si el progreso social de un país se midiera por la estupidez ostentosa de estos pobres diablos! Del club barrial pasaron, con acciones compradas al contado, al club campestre o playero y codo a codo con lo que reputan el inner circle de la crema de la crema. No es mentira que el dólar idiotiza y aburguesa.
En su mensaje de 28 de julio el presidente Toledo habló de encargar al adefesio AN, el tema de reforma constitucional. Pero, si ni siquiera el Congreso actual tiene esas potestades porque no fue elegido para eso. Pease y todos sus adláteres serán recordados como los grandes contrabandistas que pretendieron llevar a cabo una reforma de la Carta Magna sin tener potestades ni mandato. Con la insolencia de los aventureros.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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