Repugnante y vituperable es la actuación del ministro de Comercio Alfredo Ferrero y la de Pablo de la Flor, jefe del equipo “negociador” del TLC con Estados Unidos. La noticia da cuenta que ni Ecuador ni Colombia tienen mayores prisas apuradas para la firma de este discutible convenio lo que contrasta con el apetito desmesurado que muestran los peruanos de someterse, engrilletarse -y es el país el que queda preso- a los plazos que dicta la administración del inepto George Bush.

En efecto, para el binomio Ferrero-De la Flor, que Robert Zoellick, representante de Estados Unidos, se retire del cargo en enero próximo, es una razón de Estado, fundamental, incontrastable, para que nos embutamos, de cabo a rabo, un TLC que aún no discute in extenso y con información transparente para las opiniones públicas de los respectivos países, los temas de propiedad intelectual y agricultura. ¿Qué tienen en mente estos dos funcionarios públicos? ¿Son tan sumisos y pro-gringos como para demostrar tanta sinverguencería de manera descarada?

El TLC no compromete al gobierno del presidente Toledo, sino al Perú con sus 26 millones de habitantes. Se reconoce que Bush no las tendría todas consigo para la elección de noviembre y que su contendor John Kerry, del Partido Demócrata, podría alzarse con la victoria, subrayándose que ello promovería un cambio de visión de cómo se negociaron los TLCs con diversos países, entre ellos Perú. Por tanto, para los entreguistas Ferrero-De la Flor, este es otro motivo fundamental para apurarse a firmar el TLC.

Propongo que los funcionarios que en nombre del Estado firmen convenios que comprometan al Perú, estén impedidos de salir del país por los próximos 3 ó 4 años y que sean sometidos a un juicio de residencia. Para averiguar si cuando actuaron en las altas esferas, lo hicieron en nombre de empresas multinacionales o de estudios de abogados o asesores especialistas en el cabildeo y en el enriquecimiento indebido a través de estos candados de Estado a Estado. ¡Y más aún cuando las prisas son sospechosas y dramáticamente vasallas como es el caso de este par Ferrero-De la Flor!

Los tecnócratas, esa nueva casta vendepatria que es arrobada y engreída por los diarios, canales y revistas locales, se llenan la boca de mil y un pretextos para dar solidez a su posicion que no es otra que la de regalar el país en concesiones hechizas o patrañas por el estilo. Para ellos, la población en Cajamarca no importa, en cambio sí importa que Minera Yanacocha saque oro y beneficie a minorías de minorías que contaminan el medio ambiente y envenenan campos y ríos. ¡Qué tales delincuentes!

Ha poco, sin mediar, licitación, concurso público o nada que se le parezca el gobierno de Toledo ha regalado Pagoneri, el lote 56, al mismo consorcio Camisea que ha hecho cuanto le ha venido en gana contra el medio ambiente en el lote 88. Las organizaciones ecológicas ya no discuten siquiera la forma, sino que ya pasaron por el aro y ahora dicen que hay que proteger el lote 56. ¡Hasta la verguenza se ha perdido en nuestros pagos! ¡Y nadie dice nada!

El Perú tiene que aprender a conocer a los traidores de nuevo cuño. En ese antro de la infamia ¡qué duda cabe! los Ferrero y los de la Flor, ocupan un lugar prominente por méritos propios. ¡Qué fácil regalar lo que no es suyo! ¡Y encima cobrar a manos llenas!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!