Si no existen influencias o presiones, ¿por causa de qué los periodistas de Cuarto Poder renunciaron en masa? El eufemismo de “haber perdido la confianza” no disimula, en ningún grado, que lo cierto es que ellos se tornaron incómodos para la empresa televisiva que los contrataba. Un tal José Antonio Miró Quesada, entre la media lengua que farfulla y una autosuficiencia insolente, pretendió dar una razón que no explicó nada, aclaró menos y confundió totalmente. La lección final es que la cadena se rompe por el -o los- eslabones más débiles y hay que lamentar la salida de un equipo de prensa con el que se puede discrepar pero al que no se debe retacear méritos ostensibles y públicos.

¿Tenía el presidente Toledo que hacer una llamada telefónica y decir lo que dijo bajando al subterráneo y apostrofar a Espá? ¡Fue absolutamente ocioso! ¿Para qué hay un Poder Judicial? ¿Tiene o no tiene asesores que le sugieran qué y qué no hacer? Capítulo lamentable que da muestra palmaria de un desenfreno surreal y de una ineptitud clamorosa. La prensa informa y denuncia, que los órganos correspondientes investiguen y sancionen. Por muy jefe de Estado que sea, Alejandro Toledo, no está por encima de la administración de justicia. Y eso debería entenderlo ¡de una buena vez!

Lo ocurrido no es más que la patética continuación de un hecho que no admite réplicas: la libertad de prensa es más un decir que una realidad. Si esta libertad colisiona con los intereses empresariales, se anemiza, desaparece, pierde efecto, o se fulmina a los vectores, como ha ocurrido con los colegas de Cuarto Poder. Hay quienes creen que muerto el perro, se acaba la rabia. Es el razonamiento de los mafiosos.

No todo lo que se denuncia es lo que ocurre. Múltiples casos de negociados en que están incursos los dueños del Perú, no obtienen resonancia ni eco de cualquier naturaleza. Nuevamente la cofradía empresarial se protege en un espíritu de cuerpo absolutamente delincuencial. Los grandes mafiosos son titulares o tienen testaferros en múltiples directorios, entonces, no hay forma de dar pase a temas que les desnudarían en la comisión descarada de robos, estafas, favoritismos e inmoralidades que perpetúan sus riquezas, poder objetivo e influencia nefasta en la vida pública y financiera del país. Gústenos o no, ¡c’est la vie!

Por ejemplo, una ley fletó la posibilidad que los aumentos de sueldo se trasladaran a vales de alimentación que no pagan impuestos. Es decir, quienes venden esos suministros se la llevan libre de polvo y paja. El resto tributa para que unos vivos, desde varios ministerios, hagan una linda estafa que asciende a algo así como 1800 millones de soles. ¿Quién denuncia o acoge esta irregularidad flagrante y escandalosa? Hoy existe una pugna para tirarse abajo este dispositivo legal, pero hay la sospecha que son grupos mercachifles metidos en una bronca particular para ver qué sacan de todo el embrollo, porque a río revuelto, ganancia de pescadores (depredadores).

¡Por sus obras les conoceréis!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!