Son muchas las responsabilidades, cínicamente disimuladas por una prensa cómplice como aceitada, las que carga sobre sí Niño Diego García Sayán. No sólo aquellas que le sindican como el concesivo y pusilánime dador de bondades para con los criminales terroristas sino también inconductas flagrantes, innegables y divorciadas absolutamente con los derechos humanos que dice defender.

Por ejemplo, él es dueño y accionista mayoritario de una chacrita autora de dólares que ostenta el pomposo nombre de Comisión Andina de Juristas que no es más que una ONG dedicada a hacerle libros a Niño Diego. El más ilustre, un ejemplar que en sus 300 páginas muestra más o menos 250 fotos del aprendiz de Narciso. ¿Puede llamarse a esto, labor intelectual? Y que, además, hacía negocios con el Poder Judicial de Fujimori, capitaneado por Dellepiani. ¿Qué ingenioso no?

Cuando en junio-julio del 2002 en Chile se destrozaba por todos los medios de prensa y judiciales a Aerocontinente, la canciller del país del sur, Soledad Alvear, estuvo de visita por Perú y el ministro de Relaciones Exteriores, Niño Diego García Sayán no tuvo mejor idea, en esos mismos aciagos días para la empresa peruana, que condecorar a la Alvear. Pregunté y repregunto: ¿por causa de qué la premiaban, por pulverizar a Aerocontinente? Cierto sinverguenza nunca ostentó siquiera el más mínimo recato. Y ha sido ministro de Justicia y también un nefasto titular de Torre Tagle.

Niño Diego García Sayán manipula la ayuda externa que viene como cooperación para determinadas actividades. Una de ellas, cuanto se refiere al ámbito del Poder Judicial, tiene en este tipo a su fiscal y contralor todopoderoso. Son millones de dólares los que se mueven y no hay un billete verde que lo haga sin el visto bueno de Niño Diego. Acaba de denunciarlo ante la opinión pública el ex-parlamentario Francisco Diez Canseco.

Además, Niño Diego García Sayán forma parte de la izquierda caviar que en realidad debía llamarse izquierda lumpen como lo viene sugiriendo un intelectual de nota desde hace algún tiempo. Presupuestívoro, sólo está donde hay dinero y como el fin justifica los medios, primero hay que asegurar el presente y el futuro, para desde esa muelle plataforma, “hacer la revolución”. Los únicos que trabajan, son los de abajo, tontos útiles que aún conservan ideales si que aún no han pasado por el aro simpático que dan los dólares que trocan conciencias y aniquilan ambiciones de justicia y democracia.

Cuando ministro de RREE, Niño Diego García Sayán puso a un amigote suyo, socio de su ONG particular, como titular de la agencia de cooperación externa. Este individuo, funcional a toda la gavilla de vivos, benefició a más amigotes y hasta hoy no se les enjuicia ni denuncia porque tienen prensa y la mediocridad los arrebaña en un espíritu de cuerpo asombroso y descarado.

Poco a poco, va desnudando Niño Diego García Sayán su verdadero continente de pseudo-intelectual, demócrata de a dólar y político logrero suma cum laude. Es cómplice del derrumbe institucional del Perú. Y con él, todos los que le acompañan, alquilados o arrendados. ¡Hay que enterrarlos de una buena vez!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!